Jesús y Eugenio se encuentran en el interior de un banco. Odio y amor luchan dentro de Jesús. Eugenio se muestra muy amable. Tiene ganas de recuperar su antigua amistad con su viejo amigo. Jesús le responde secamente y aunque le cuesta no dejarse llevar por el amor, responde lo más antipático posible a todas las preguntas que le hace su ex amigo. Eugenio siente que a Jesús le pasan cosas con él y no entiende porque se comporta de esa manera. Jesús desea huir de él pero es Eugenio quien sale el primero. Cuando es Jesús quien sale, Eugenio lo está esperando en el exterior. Jesús desea irse pero no puede. Eugenio lo agarra a fuerza del brazo. Jesús lo odia, lo mata por dentro saber que es el hombre que destrozó a su amiga y a la vez siente escalofríos de emoción porque su piel está en contacto con la de su amado Eugenio. Jesús tiembla mientras la mano de Eugenio lo tiene sujeto y su mirada lo penetra. Eugenio lo tiene sujeto con fuerza y Jesús vibra. Los ojos de Eugenio chispean. El corazón de ambos les va a salir por la garganta. Jesús se siente más vivo que nunca. Pese a que desea odiarlo lo está amando. Es un sentimiento intenso y doloroso. Se siente increíble. Con mucha dulzura y sin soltarlo, Eugenio le dice:
--Me estás volviendo loco. No sé por donde agarrarte. Me desconciertas, un día parece que sientes lo mismo que siempre conmigo pero me rechazas y hoy me odias más que nunca.
Jesús se concentra recordando todo el odio de Raquel cuando estaba sola y embarazada, cuando abortó, cuando le dijeron que no tendría más hijos. Una intensa rabia se apodera de él, le dice que sabe que es el desgraciado que arruinó la vida de su amiga, le dedica los peores insultos que quiere.
--¡¡NO SÉ COMO TE ATREVISTE A FINGIRTE MI AMIGO DURANTE TANTOS AÑOS¡
--¿de qué hablas?
Jesús es puro odio.
--¡DE MI AMIGA RAQUEL. MI HERMANA¡ YA SE QUE FUISTE TÚ QUIEN DESTRUYÓ SU VIFA¡
Eugenio trata de justificarse:
--fue un error del pasado, lo que pasó fue por qué los dos lo quisimos. Ella me olvidó con otros hombres.
--¡pero por tu culpa no tendrá nunca hijos¡
A Eugenio le angustia el odio de Jesús.
--¡eso no es culpa mía. No le pedí que abortara y menos que no lo hiciera en condiciones¡
--¡eres un cínico, la dejaste sola¡
--¡tampoco me constaba que fuera mi hijo¡
El odio de Jesús es tan intenso como su amor. Desea soltarse, a Eugenio le cuesta mantenerlo agarrado pero no lo deja ir. Desea aclarar las cosas con él. Le deja que escupa todo el odio que quiera con la esperanza que luego puedan hablar. Con el puño que tiene libre, Jesús lo golpea a Eugenio con ira. No lo tumba pero sí logra que lo suelte.
--¡¡eres la peor lacra de la sociedad¡ ¡¡me repugnas¡ ¡te miro y siento asco¡
También siente amor pero no le quiere fallar a su amiga amando a ese hombre que tanto daño le hizo.
--¡ojalá no te hubiera conocido¡ ¡¡no soporto tu presencia¡¡ ¡¡ES QUE NI SÉ CÓMO TE ATREVES A SALUDARME¡
Lo hiere a Eugenio. Jesús no esperaba que sus palabras lastimaran tanto al otro. Jesús ve su dolor en la cara y es como un puñal que le atraviesa el corazón. Con voz de pena, Eugenio le dice:
--Yo me siento bien a tu lado, sólo quería que volviésemos a ser amigos, lamento haberte molestado pero no te preocupes que te ahorraré el horror que te produce verme.
Mientras Eugenio se aleja con tristeza, un amargo llanto se apodera de Jesús. Se siente herido de muerte. Unos pasteles lo relajan. Está dolido. Le duele haber lastimado a Eugenio:
--pero he hecho lo correcto.
No sabe si lo odia por lo que pasó con Raquel o porque sólo le ha ofrecido su amistad. Una amistad que en el pasado lo lastimó porque Eugenio no quiso corresponder a su amor. Jesús sabe que Eugenio no volverá a acercarse a él.
--Lo mejor es no verlo más –se dice con tristeza.
Jesús lo que confía es poder olvidar para siempre a Eugenio y volcar el amor que siente en Carlos:
--Es él y no Eugenio quien merece mi amor.
Por su lado, Eugenio está roto por dentro, en la tarde se da una buena ducha para tratar de aliviar su dolor. Sale totalmente desnudo. Se mira en el espejo. Piensa en Jesús con una lágrima en mirada.
--Ya no tiene sentido que piense en él. Me odia y tiene novio. El pasado está muerto para él.
Cada vez va derramando más lágrimas. El odio de Jesús es algo que no puede digerir. Se mira al espejo con reproche.
--¡¡es tu culpa, es tu culpa¡
Piensa en sus años de secundaria, en la devoción que Jesús sentía por él.
--Pudiste tener algo con él pero no se te dio la gana, preferiste no arriesgar una amistad por coger, por algo que no sabías como iba a acabar.
Por querer preservar su amistad se ha quedado sin amigo y sin amante.
--Ahora lo he perdido todo.
Hay una gran amargura en él.
Su encuentro con Eugenio ha matado por dentro a Jesús. Siente que no tiene fuerzas para tirar hacia delante. Tiene que hacer un gran esfuerzo para que Carlos no se dé cuenta de nada. Se siente fatal por todo lo que le dijo a Eugenio, por como lo miró. Llora durante toda la tarde. Tiene un nudo en el estómago. Se quiere convencer que es bueno lo que pasó, que debía matar ese sentimiento que estaba renaciendo dentro de él por Eugenio, que Eugenio merecía todas y cada unas de las palabras que le dijo pero en realidad la expresión de tristeza de Eugenio no deja de atormentarlo, de perseguirlo y se siente culpable.
Comienza un nuevo día. Pese a lo que pasó el día anterior, Jesús necesita ver a Eugenio. Le hace falta su sonrisa, sentir todas aquellas cosas lindas que él le transmitía. Lo ve de lejos. Venía hacia él. Jesús está nervioso, con ganas de que se le acerque. Eugenio se da cuenta de la cercanía de Jesús. Lo mira serio. Retrocede y cambia de camino para no encontrarse con Jesús. A Jesús le encantaba sentir la simpatía de Eugenio y le duele su desprecio. Se queda triste y desanimado. Le da rabia que sus palabras hubieran acabado con una cosa tan bella como era esos encuentros que le hacían tan feliz.
--¡no tienes que sentir pena por él¡ ¡¡es una basura, un cerdo¡ ¡¡no debes olvidar que se comportó como un cerdo¡
Jesús desea alimentar su odio para que no le duele tanto no tener su amor.
--¡¡sí es guapo pero yo ya tengo un hombre a mi lado, no necesito de él¡¡ ¡y menos su falsa amistad¡
Está sangrando por la herida pese a que no lo quiere reconocer.
--¡me ha hecho un favor pasando por otro lado, así me he ahorrado un saludo forzoso . Espero dejar de verlo muy pronto y hacer mi vida antes de que se me ocurriera cambiar de trabajo¡
Esa semana resulta especialmente dura. No ve a Eugenio. Esa mañana se lo encuentra en la puerta de correos. Cara a cara. Eugenio se queda callado. Jesús odia y ama a ese hombre. No lo puede evitar. No soporta que Eugenio esté enfadado con él. Jesús quiere pasar por su lado para entrar como si no lo conociera pero le es imposible. Lo saluda. En el fondo desea resucitar a aquel chico simpático que le enloquecía pero no es así. Eugenio responde brusco y a Jesús lo lastima. Está confuso. No sabe bien lo que quiere.
Esa semana trae algo bueno. Un semanario gratuito de la ciudad organizó semanas atrás un concurso literario. Acababa el plazo el primer día que escribió una historia para Eugenio y le apetecía mandarla. Estaba convencido que no iba a tener suerte pero ha ganado el primer premio. La historia se publicará en la revista y la leerá mucha gente entre ellos Eugenio a quien están dedicadas todas las narraciones. Jesús está muy contento pero también nervioso. Ha puesto cosas del pasado, del presente. Un amigo gay enamorado del hetero, encuentros en correos… Está seguro que Eugenio, si la lee, sabrá que ha estado escrita para él. Cada historia que escribe son un pedazo de su vida pero almenos en aquella no hace ninguna referencia que hagan sospechar a Carlos la verdad. Eugenio le comenta que Raquel tenía la historia guardada, que fue escrita en los años de instituto, que Raquel la mandó sin decirle nada para animarlo a volver a escribir si ganaba un premio. A Carlos le sabe mal que su primera historia publicada sea para otro hombre.
--la próxima, si vuelves a escribir, me la dedicas a mí –le dice tranquilo.
--si supiera la verdad –piensa Jesús con culpa.
A Jesús le hace ilusión haber ganado, saber que lo que escribe gusta pero reconoce que fue un error. Si Eugenio la lee quedará desnudo en alma ante él y es algo que no desea.
--Espero que no lo lea, para quedarme más tranquilo, mejor no volver a verlo. No sabría que cara hacerle.
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