martes, 4 de agosto de 2020

Capitulo 11




Jesús está ya en casa. Tiene que llevar durante tres meses un incómodo corsé. Apenas puede hacer nada. Benito y Carlos son los que se ocupan de él. Benito ya ha dejado claro que se irá cuando esté su tío recuperado. Aprovecha para hacer un curso. Jesús ha perdido la flexibilidad de su cuerpo. Ni siquiera puede estar estirado, ni sentado recto. Tiene que haber una curva suficiente para que no se clave el corsé. Puede llevar una vida normal pero con las limitaciones que llevan ser prisionero de ese aparato que lo ve como maldito. Las cosas con Carlos van tranquilas. Lo va aguantando. Una de las ventajas del corsé es que no tienen que hacer el amor. Sería muy incómodo hacerlo con el aparato y Jesús se ha podido valer de eso para tener a Carlos a dieta durante todo ese tiempo. No le ha hecho demasiada gracia por lo ama a Jesús y está dispuesto a soportar esa y todas las pruebas que sean necesarias. Jesús piensa que sería una buena solución que Carlos se cansara y lo abandonara.
--pero igual no puedo volver con Eugenio, no después de todo lo que me ha hecho –dice para sí.
Lo ama, lo ama pese a todo pero también lo odia porque no cree en él, porque está convencido que se burló de él o que simplemente es mala persona y que le gusta lastimar a quien lo quiere.

3 meses después… Carlos es el que hace los “honores” y se lo quita. Inmediatamente se lanza sobre Jesús para hacerle el amor pero lo rechaza. Carlos se enfada mucho.
--¡no me puedes hacer esto¡
--espera un poco –le suplica.
Carlos tiene el rostro desencajado por la rabia.
--¿más tiempo?
Carlos trata de seducirlo:
--Yo lo haré todo… tú sólo estate quieto.
Carlos tiene hambre y está desesperado. Le suplica.
--vamos de vacaciones. Nos la merecemos. Será una luna de miel.
Todo son excusas así que Carlos acaba haciendo la maleta.
--¿¿es que me dejas?
Jesús hace el que le sabe mal pero en el fondo es lo que quiere.
--¡esto no puede seguir así, me voy de vacaciones con unos amigos. Vuelvo en dos semanas¡
Carlos lo ama y no desea dejarlo pero no aguanta más su mal humor.
--esta separación nos hará bien.
Jesús no dice nada. No tiene nada de ganas de que vuelva. Su corazón late por Eugenio. El rencor va desapareciendo pero está convencido que no puede confiar en él. Benito abraza a su tío con cariño:
--¿qué es lo que pasa contigo?
Jesús le sonríe paternal:
--Oye, ¡que el adulto soy yo¡
Los dos están muy unidos. Jesús agradece que no lo haya dejado solo.
--Me iré el día que no me necesites.
--¿y tu novia?
Benito sonríe pícaro:
--No la hecho tanto de menos, es que conocí a otra…
--¡pero serás pícaro¡ --dice le dice como si estuviera enojado pero de broma.





Por su lado, Raquel se sorprende al recibir la visita de Eugenio.
--¿¡qué haces aquí?¡
Eugenio se muestra humilde.
--Si tanto daño te hice te pide perdón. Yo pensé que el tiempo curaba todas las heridas pero…
Raquel no le deja seguir.
--No quiero que Nicolás lo sepa. El pasado está muerto.
--Jesús no cree que lo amo.
Raquel desconfía de él:
--¿¿es que pretendes que crea que eres gay? ¡me consta que no¡
--Sí te soy sincero mi primera vez fue con un profesor. Yo tenía 14 años y me gustó mucho.
Raquel se sorprende mucho:
--¿y yo? ¿y las demás mujeres?
No es que sienta celos pero sí se siente estafada de que el hombre que la desvirgó sea gay.
--también me gustaban pero sí te tengo que ser sincero… prefiero los hombres.
--¿y porqué le dijiste a Jesús que no eras gay?
Eugenio se muestra abatido:
--por tonto… No sé… tenía novia, me gustaba esa chica y Jesús era mi amigo. Yo le podía ofrecer coger un par de veces … nada más.
--¿y ahora?
Raquel le está haciendo un interrogatorio. Necesita estar segura de si el hombre es sincero o no.
--Ahora sé que lo amo.
Eugenio se muestra desesperado:
--¡la loca esa que me besó… sí, me acosté con ella hace un par de años… pero sólo fue una vez… a lo sumo ella quería repetir pero yo no¡ ¡¡yo no la besé..¡ ¡¡yo soy libre pero mi corazón tiene dueño¡ ¡¡Jesús es mi dueño¡
A Raquel le impacta verlo llorar. 
--Me has convencido. Te voy a ayudar.
Eugenio se sorprende y se emociona:
--¿¿en serio?
--Pero te pongo una condición
Eugenio está desesperado. Al fin alguien cree en él. Y sabe que tener el apoyo de Raquel es muy importante de cara a lograr la confianza de Jesús.
--Jamás Nicolás debe saber que tú eres el hombre que me dejó embarazada. Yo lo negaré siempre.
A Eugenio también le interesa que ese pasado quede atrás.
--¿me ayudarás? –Eugenio con ansiedad.
A Raquel se le ha ocurrido algo y le expone su plan. Eugenio la escucha con interés.

Un día después... Jesús está haciendo los trabajos del hogar. Raquel llama a su puerta.
--¡¡sorpresa¡
Jesús se alegra de verla.
--ven pasa.
Ella le estira del brazo.
--¡¡no, no… vamos a tomar algo¡
Jesús lleva ropa deportiva.
--¡mira cómo voy¡
Raquel siempre ha sido muy alocada así que Jesús tampoco sospecha nada.
--venga, sí sólo vamos cerca.
Raquel va distrayendo a Jesús. Éste no se da cuenta de cómo Nicolás se pone justo detrás de él. Le tapa la boca y a la fuerza lo mete en un auto. Jesús tiene un susto de muerto. El vehículo corre ya a gran velocidad cuando Jesús se da cuenta que su “secuestrador” no es otro que Eugenio. Jesús está furioso. Eugenio sonríe excitado.
--¿¿Dónde VAMOS?¡QUIERO BAJAR¡ –le exige Jesús.
Muy dulce Eugenio le contesta:
--siento haberte asustado pero es que es la única manera que he encontrado de que te vengas conmigo y de bajar nada porque es un secuestro.
Eugenio le sonríe divertido. Jesús se muestra enfadado pero su corazón late con fuerza. Está muy excitado.
--He pedido permiso en el trabajo. Nos vamos a pasar un par de días a la casa de Nicolás en la montaña. Te vienes quieras o no.
Es un tono contundente pero lleno de cariño y amor. 
--¡eres un loco y de ninguna de las maneras me vendré contigo¡ ¡¡mi sobrino se va a preocupar ¡
Se muestra enojado porque está muy contento de estar junto a él. La idea es atrayente. Dice que no, que no va y que se bajará en el primer semáforo pero lo único que hace Jesús es lanzarse encima de él. Los dos se funden con una pasión volcánica. Eugenio se muestra cariñoso:
--Nos merecemos estos días. Olvídate de todo y concéntrate en nosotros. Sé que tú me amas de la misma manera que te amo yo a ti.
Jesús sonríe enamorado:
--tengo que llamar a mi sobrino.
Eugenio le da el celular con una sonrisa.
--Ningún problema.
Su corazón le grita que no dude, que pasará los mejores días de su vida. Su cerebro en cambio le pide que reflexione, que Eugenio no es de fiar y que le hará daño.



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