martes, 4 de agosto de 2020

Capitulo 14




Benito está en la ducha mientras su tío, en boxers, se está afeitando. Benito trata de darle consejos a su tío.
--¡oye que el adulto soy yo¡ --se queja Jesús divertido.
Mientras enjabona su desnudo cuerpo, Benito le dice:
--Pero tengo 20 años. No soy un niño, sé lo que es el amor, sé lo que es que te hagan daño
--Yo no puedo seguir con Carlos sin amor.
--Eso está claro pero tú das por hecho que vuestra relación ha acabado pero él aún no lo sabe y eso no es justo. Sabes que Carlos piensa que es algo temporal¿qué vas a hacer cuando él llegue?
--El alquiler de está vivienda está a mi nombre. No volverá a entrar.
Benito aclara su cuerpo. Le pide a su tío que le pase una toalla y mientras se seca le dice:
--Así no se hacen las cosas. Carlos llegará y se encontrará que has cambiado la cerradura¿y ya está?
Jesús apura su afeitado:
--¡le mandaré sus maletas a casa de la arpía de su madre¡
Benito suelta la toalla, le pone las manos en los hombros a su tío. Lo mira serio.
--A veces parece que el que tienes 20 años eres tú. No me quiero meter en tú vida pero no se pueden hacer las cosas peor.
Jesús no quiere pensar. Ama a Eugenio y por encima de las cosas no va a renunciar a él. No desea pensar en los sentimientos de Carlos, en el daño que le puede hacer. Quiere que todo sea lo más rápido posible. Prefiere no seguir hablando con su sobrino. Con su toalla manchada de espuma golpea al chico divertido. Benito, desnudo, se aparta para protegerse. Golpea a su tío con la toalla con la que se ha secado. Entre tío y sobrino comienza una divertida pelea de toallas. Es Benito quien la acaba. Besa a su tío muy cariñoso:
--Yo lo que más quiero es que seas feliz.
Jesús suspira enamorado.
--Lo soy, con Eugenio lo soy.
Tío y sobrino se abrazan afectuosamente. Mientras Benito va desnudo hacia su habitación, Jesús se encierra en la habitación que ha compartido con Carlos. Se siente al fin libre. Aunque no estuviera con Eugenio ya no estaría con Carlos. Busca una maleta y guarda todas las cosas de Carlos. Luego lo llama al celular. Carlos se emociona al escuchar la voz de su pareja. Cree que le va a pedir perdón, que le va a decir que vuelva pero es todo lo contrario. A Jesús le cuesta hacerle entender a Carlos que su relación ha acabado, que ya lo ha dejado de querer.
--¡¡no me puedes hacer esto¡ ¡¡tenemos que hablar¡ 
Carlos se muestra dolido.
--No tiene caso, es mejor no hacernos daños. Le mando tu maleta a tu madre.
Carlos está desesperado. Hasta llora pero el amor que siente Jesús por Eugenio está por encima de todas las cosas.
--Nuestra ruptura es ya oficial  espero que lo entiendas…
--¿¿¡es que tienes a otro?¡ --le pregunta Carlos lleno de celos.
Jesús no quiere ocultar su relación con Eugenio pero tampoco le parece que sea necesario hacerle más daño.
--No, no hay nadie.
Entonces Carlos se queda con esperanzas de reconciliación.
--¡ahora vengo y hablamos¡
Jesús le cuelga. Considera que ya ha cumplido y que es un hombre totalmente libre para amar a Eugenio.






Al rato, Eugenio se está preparando para ir al trabajo. Se sorprende al escuchar el timbre. Es Jesús.
--¿y tú?
Jesús le sonríe.
--¿es que no puede venir a ver a mi novio cuando quiera?
--¿tu novio? ¿yo soy tu novio? –pregunta Eugenio coqueto-- ¿y el tipo ese?
Jesús va entrado. Se muestran coquetos.
--Lo he llamado, he roto con él. Soy libre para estar contigo.
Eugenio lo abraza entusiasmado. Lo besa.
--¡¡te quiero, te quiero¡ ¡¡te quiero¡
Jesús está aún que no se lo cree:
--¿todo esto es de verdad?
Eugenio se muestra muy amoroso. Le entrega una copia de las llaves de su casa:
--Esta es tu casa. Me encantaría que vinieras a vivir conmigo.
A Jesús le parece un sueño. Lo abraza:
--me encantaría pero tampoco hay que apurarse, quiero vivir un noviazgo.
Eugenio se muestra simpático. Tranquilo.
--Como quieras, lo dejo en tus manos. Puedes venir siempre que quieras.
Eugenio le quiere dejar claro que puede confiar en él. Le da absoluta libertad de meterse en su vida porque no tiene nada que ocultar. Jesús no puede creer que Eugenio le deja visitarlo, amarlo siempre que quiera. Eugenio le guiña el ojo pícaro:
--lástima que no tengo tiempo ahora.
Los dos están tomados de la mano. Se besan.
--te invito a desayunar.
Mientras se sientan, Eugenio le señala una estantería. Ahí está el anillo que le regaló Carlos.
--¿qué vas a hacer?
--se lo mandaré por correo a la bruja de su madre para que se lo devuelva.
--¿No te quiere tu suegra?
--No piensa que yo llevé a su niño por el mal camino. Esperaba una mujer, nietos. No un hombre y encima negro.
Los dos se abrazan divertidos y se besan apasionadamente.
--¿me acompañas al trabajo?
Jesús está encantado de exprimir al máximo el tiempo que pase con su amado. De presentarse como su pareja.
--¿comemos en mi casa?
Eugenio habla con seducción. Lo de comemos va con segundas. Y claro Jesús “comería” a todas horas. Se besan apasionadamente. Una mujer, bastante gorda y con cara de odio, no deja de observarlos.
--¡¡es que lo sabía, sabía que ese maldito negro no le iba a traer nada bueno a mi hijo¡
Toma su celular y hace una llamada.
--¡mi niño… tienes que volver inmediatamente¡ ¡no sabes lo que está pasando¡
(…)
--ah ya estás en camino… Me alegro… Ese maldito negro tiene que pagar lo que te ha hecho. Esta mañana me llegaron tus cosas y ahora lo veo con otro.
Carlos enloquece de los celos.
--¿¿¡estás segura?
La mujer disfruta envenenando a su hijo en contra de Jesús. 
--¡¡sí sí… los estoy viendo. Se está besando con otro como si fueran dos adolescentes¡
Los celos y la rabia ciegan a Carlos.
--¡pues les voy a hacer la vida imposible¡










A media día, Eugenio y Jesús comen en la playa. Eugenio y Jesús parecen que se hagan la competencia para ver quién lleva el bañador más pequeño y sexy. Les gusta provocarse. Se silvan excitados y se besan ardientemente. Se besan libremente, se revuelcan por la arena, en el agua. Nadan juntos. Juegan en la orilla, en la arena. Jesús lo entierra a Eugenio. Luego se tumba encima de él y está un buen rato besándolo. Eugenio de un salto y sale de la arena como si fuera el increíble Hulk dándose golpes en el pecho. Como si de una bestia peligrosa se tratara empieza a “atacar” pero con besos a Jesús. Acaban en el apartamento de Eugenio dando carta blanca a sus más bajas pasiones que los devora. En la noche Eugenio acompaña a Jesús hasta su departamento en la moto. Se abrazan y se besan apasionadamente. Se muestran muy enamorados. Ninguno de los dos se da cuenta que Carlos los está viendo ciego del odio. No se da a conocer pero está decidido a vengarse de ambos y a no tener piedad. Se siente burlado.
--¡a saber el tiempo que hace que se acuesta con ese¡ --va diciendo para sí-- ¡por eso ya no se acostaba conmigo… a saber el tiempo que hacía que se reían de mí esos dos¡
Carlos piensa en esos meses que hace en los que él está solo, teniéndose que dar placer en solitario por respecto y amor a Jesús y ahora en cambio lo ve a este feliz. Sus ojos queman de odio. Jesús entra en su casa, se despide de su amado sin darse cuenta del peligro que tiene encima.

Eugenio y Jesús pasan días de amor como de luna de miel. No pueden estar más felices. Jesús quiere que conozca a Benito y ese domingo lo invita a comer. Quiere que todo salga perfecto. Se da cuenta que le falta unos ingredientes para la receta que está preparando y la hora se le echa encima. Baja a una tienda que hay unas calles más abajo. Hay gente y tarda más de la cuenta. Sufre porque Eugenio es muy puntual y no quiere hacerlo esperar. Al llegar a su departamento se sorprende al ver la puerta abierta. Le aterran los gritos de Benito. Entra y lo que ve le hiela la sangre. Benito está en la cama deshecho y con los pantalones y los calzoncillos por las rodillas. Hay sangre en las sábanas proviniendo del trasero del chico y también tiene una herida en la cabeza señal que lo han golpeado para dominarlo. Eugenio está forcejeando con él.
Norma Zúñiga como la madre de Carlos 

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