martes, 4 de agosto de 2020

Capitulo 21




Desnudos y llenos de placer, Jesús y Eugenio se quedan tumbados en la arena. Sus manos agarrándose y sus miradas fundidas la una en la otra.
--ya deberíamos irnos ¿no? –Jesús.
La pareja vive en un paraíso y no le apetece nada salir.
--No tengo ganas –dice con fastidio Eugenio.
--Ni yo.
Se sonríen y se besan.
--¿porqué no vamos a mi casa? Pasa el resto de la noche conmigo.
Jesús no quiere separarse de los cálidos brazos de su amado pero le molesta la presencia de Mohamed.
--¿y tu amigo el moro? –dice con rin tintín.
Eugenio se levanta y se ríe.
--Ya olvídate del pobre Moha, es sólo un buen amigo.
Jesús se levanta con él.
--A mi no me pareció… --con un toque de celos.
Eugenio abraza con una mano a Jesús y con la otra le va tocando el pecho. Muy amoroso dice:
--Me encanta cuando te pones celoso pero no tienes motivos. Sólo dos amigos que nos relajamos con sexo. Necesito desahogarme.
Jesús no le reprocha a Eugenio que tenga un “amigo” pero sí que viva con él.
--sólo tienes una habitación. Eso ya no es muy normal.
--Dormimos a veces juntos pero no siempre. Arreglamos una habitación en el salón que es amplio. En el fondo… ¡con terraza y todo¡
Va acariciando a Jesús y lo va besando muy dulce y pícaramente.
--¿No te gustaría hacer el amor y que nos vean todos los vecinos…? –le dice Eugenio sensual.
--me encanta hacer el amor contigo a todas horas que nos vean o no es secundario. Yo quiero estar contigo.
Se ponen sus ropas sin ni secarse y se montan en la moto de Eugenio. Jesús bien abrazado a él. Están muy contentos. Llegan al apartamento congelados. Encienden la estufa para que caliente el salón y luego se dan una buena ducha caliente. Eso sí sin dejar de besarse y magrearse. Eugenio saca dos camisetas y dos boxers que es lo que se ponen.
--Tengo hambre… ¿nos hacemos un chocolate bien caliente? --Eugenio.
A los dos les apetece aunque lo que más quieren es estar juntos. Se preparan una buena taza que comparten los dos tumbados en el sofá bien juntitos. Pasan la noche sin dormir. Tienen que hablar de tantas cosas. A veces ni eso, se quedan un buen rato en silencio, el uno en brazos del otro pero mirándose muy enamorados. Ninguno de los dos quiere estar separado.
--¿porqué no dejamos a Moha aquí y me vengo a vivir a tu casa? 
A Jesús le apetece pero dice no. Eso decepciona a Eugenio.
--¿es que aún dudas de mí?
Jesús le besa y le sonríe:
--Te amo y deseo vivir contigo pero tampoco me parece mal vivir un romance contigo así en plan novios, viéndonos cuando podamos.
Eugenio se resigna:
--aunque sería genial que estemos siempre juntos.
No dejan de besarse y de acariciarse.
--Sí, a mí también me gustaría. Benito está encauzando su camino. En cuanto nazca su hijo y yo lo vea que ya está bien le dejaré la casa a él y los dos juntos nos buscaremos nuestro hogar.
Eugenio se muestra muy amoroso, muy cariñoso:
--¿y porqué esperar?
Los dos están bastante ansiosos con la idea de estar juntos pero saben que se aman y están seguro que ahora nada los separará.
--Es que no quiero que piense que estoy enojado con él. Es mi sobrino y lo ha pasado muy mal.
Jesús tiene miedo que Eugenio se haya enojado pero le sonríe para demostrarle que no, que está feliz de que estén de nuevo juntos y se besan. Están los dos muy excitados pero es día laborable. Los dos tienen que trabajar. No duermen pero sí hacen el amor para darse energías a la hora de afrontar su jornada laboral. Eugenio le da ropa suya a Jesús se visten los dos juntos. 




Mohamed sale del dormitorio principal en tanga. Luciendo cuerpazo y paquetorro. Mira a Jesús con cara de depravado. Éste se siente incómodo. Se despide rápidamente de su amado.
--nos vemos a las 3.
--¿nos quieres comer nada?
Muy cariñoso, Jesús le dice:
--no, ya me he alimentado bastante. 
Se besan amorosamente. A Jesús le molesta la mirada intensa de Mohamed.
--¿de donde has sacado a este negrazo? ¡lo que le haría yo a este rico negrito¡ --dice Mohamed a Eugenio cuando ya están a solas.
Aunque divertido, Eugenio mira regañón a Mohamed:
--mira que es el hombre que amo y no quiero que vayas a estropearme la relación. 
Mohamed mira a su amigo con cara de depravado:
--¿y es cierto lo que dicen de los negros?
Los dos se miran con complicidad. Eugenio no le quiere contar pero Mohamed insiste y al fin confiesa:
--pues la verdad es que con otros negros con los que he estado la tienen muy chiquita pero éste sí… con Jesús sí es verdad…
Mohamed tiene cara de “eso tengo que verlo”
--pero no te gustaría… demasiado grande… Es como para reventarte.
Mohamed se está poniendo cachondo sólo de imaginárselo y quiere que le cuente más pero Eugenio se niega.
--¿y se puede saber qué le dijiste? Mira que te tiene una manía.
Mohamed pone cara de bueno:
--Nada, sólo le dice que me daban morbo los negros y como se me hizo el digno que sí la raza no importa pues le dije que por algo tú sólo te acuestas con gente de otra raza.
--en serio le dijiste esto? Pues sí que debe amarme mucho como para venir a buscarme después de eso.
Eugenio sonríe. Está demasiado contento para que algo así lo moleste.
--bueno, esto supongo que quiere decir que me tengo que buscar otro piso.
--No, a ver si con un poco de suerte tu presencia molesta a Jesús tanto que me lleva a su casa o se anima a que busquemos algo juntos –le dice guiñándole el ojo. 
Moha lo abraza.
--Me alegro que seas feliz. Gracias por todo, Eugenio.
--Gracias a ti, me has ayudado mucho en mi peor momento.
Mohamed lo mira con cara de pervertido.
--Encantado… y bueno aquí me quedo sabes que puedes venir a buscar siempre que quieras.
Eugenio suspira enamorado y dice:
--Ahora ya no me hará falta.
Se abrazan de nuevo y se desean suerte.

A las tres, justo cuando Jesús sale del trabajo, Eugenio ya lo está esperando. Se besan y se abrazan con fuerza. Se han echado mucho de menos. Van a casa de Eugenio en la moto de éste. Mohamed ya los espera con la comida en la mesa. Saluda amable a Jesús:
--hola ¿qué tal?
Mohamed quiere hacerse el simpático pero a Jesús le molesta su presencia. Le gustaría estar a solas con él pero ni Mohamed ni Eugenio hacen nada al respecto. Le molesta mucho a Jesús esas miradas cómplices entre los amigos. Igual no dice nada. Mohamed trabaja por la tarde. Así que los deja. Besa cerca del labio tanto a Jesús como a Eugenio y se va. Al fin solos. Se besan y se hacen mimitos. Van a la cama pero apenas les queda fuerzas para comerse la verga el uno al otro a la vez y luego se quedan dormidos bien satisfechos y relajados. El uno en brazos del otro y con los pantalones y los boxers bajados. Duermen un rato. Despiertan con hambre, hambre el uno del otro. Hacen el amor. Se quedan desnudos y abrazados en la cama hablando.
--¿te quedas conmigo esta noche?
--Es que va a ser casi como si vivera contigo.
Eugenio lo mira travieso:
--¿y eso es malo?
Jesús no quiere que Benito se sienta desplazado pero se siente demasiado feliz como para rechazarlo.
--No me podré quedar siempre contigo.
Eugenio pone cara de bueno.
--pero esta noche sí –concluye Jesús.
Se ríen, se besan. Quisieran que la noche fuera eterna y hacer el amor una y otra vez.














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