miércoles, 5 de agosto de 2020

Capitulo 26


Raquel corre al hospital. En esta ocasión es Nicolás quien le preocupa. Éste se encuentra muy triste frente a una incubadora. Tiene las manos apoyadas en los cristales. Un pequeño bebé de apenas cinco meses está luchando por vivir. Por el rostro del hombre se desliza unas lágrimas.
--lucha, campeón. Lucha.
Raquel lo abraza con fuerza. Siente su dolor.
--No sabes como lamento todo lo que ha pasado. Siento mucho la muerte de tu chica.
Nicolás se siente muy culpable del accidente.
--¡si yo hubiera ido con ella…¡
Raquel no hubiera soportado que le pasara algo:
--a lo mejor tú hubieras muerto ¿y tú hijo qué?
Nicolás mira a esa pequeño:
--es lo mejor que me ha pasado. No lo puedo perder.
Raquel es muy cariñosa con ese hombre. Lo ama y lo que más le duele es que ese hijo no es de ella. Trata de animarlo. 
--tu hijo es fuerte. Lleva tu semilla. Sobrevivirá.
Nicolás mira a su hijo con orgullo.
--sí, es fuerte. Se nota que lleva mi sangre.
Aunque también hay algo que le preocupa:
--¿y después qué? ¿Quién me ayudará a cuidarlo?
Nicolás y con un hijo. Se siente perdido. Raquel ofrece su ayuda. Raquel quiere ser la madre pero Nicolás le da puesto niñera, es una humillación para ella pero lo ama y quiere estar cerca de él aunque sea como empleado. Además quiere ver crecer al hijo de su amado.

Semanas después, el pequeño Nicolás es dado de alta. Raquel lo lleva en brazos. Se ha convertido en madre sustituta pese a que Nicolás sólo le ha dado el puesto de niñera. Nicolás al lado de la mujer y su hijo. Sólo está pendiente de él y Raquel se muere de amor por ese hombre pero poder estar cerca de su hijo es algo que la llena de dicha aunque la mate como mujer amarlo a Nicolás con toda el alma y que para él sea una empleada. Nicolás está feliz con su hijo.
--¡tenemos que celebrarlo¡ ¡vamos a algún sitio¡
--Es que hoy se casa el sobrino de Jesús y estoy invitada. Te iba a pedir permiso para ir con Nicolasito.
--¡si, vamos juntos¡ --Nicolás contento porque tiene ganas de fiesta.
Raquel está nerviosa.
--pero… la gente se va a creer que somos pareja…
Raquel siente que el corazón se le va a salir de la garganta.
--No me importa.
Raquel está feliz, cree que no le importa porque la ama. Nicolás acaba la frase.
--Uno puede ir perfectamente a una boda con una amiga.
Raquel fuerza una sonrisa pero no dice nada. 

La boda de Rosa y Benito es por el civil y muy sencilla pero llena de amor. El matrimonio con un hijo ya y muchas ganas de dejar sus miedos atrás y de ser felices para siempre. Jesús y Benito se funden en un cálido abrazo. Por otro lado, al llegar a su casa, Nicolás se mete en la habitación que comparten su hijo y Raquel. En bóxers. Se mete en la cama de ella. Se muestra ardiente.
--Si me deseas este es el momento… pero no te prometo nada --jadea él.
--Solo te pido que todo quede como hasta ahora.
Ella lo mira enamorada y acepta con amor el cuerpo de ese hombre.


Meses después…
Jesús se encuentra en el mismo pueblo de momento en el que se besó por primera vez con Eugenio, en el que hicieron el amor por primera vez. Casi desvanece al estar frente a la casa. Los recuerdos que ha tratado de borrar de su mente de alborotan dentro de su cuerpo.
--No tenía que haber venido.
Estar en esa casa lo ha revolucionado demasiado.
--pero no podía faltar a la boda de quien es casi una hermana para mí.
Se le pone la piel de gallina al entrar en el jardín. El recuerdo del primer beso lo hace estremecer. Se acaricia los labios.
--¿qué habrá sido de ti, mi amor?
Desde que Eugenio desapareció del hospital no ha sabido de él. Ambos tenían sus heridas que cicatrizar. Eugenio las del cuerpo y Jesús las del alma. No se ha atrevido a preguntar si estará en esa boda. En el fondo, camuflado por la herida que le ha quedado después de todo lo que ha pasado, es lo que quisiera. Volver a verlo después de más de un año de separación. Le parece que ha pasado una década desde que estuvieron en esa casa. No puede evitar que las lágrimas afloren de sus mejillas. En esa casa ha vivido momentos mágicos con Eugenio. Lo recuerda con amor y también con rencor. Le hubiera gustado que se quedara a su lado, que luchara por él en vez de huir. Jesús no huyó, se encerró en sí mismo y tampoco hizo nada para buscar a Eugenio. Tal vez el otro tenga los mismos reproches para con Jesús. Se abre la puerta de la casa.
--¡amigo, que alegría¡
Es Raquel la que sale a recibirlo. Lleva tomado de la mano al pequeño hijo de su futuro esposo que recién da sus primeros pasos. Se abrazan con cariño ante la atenta mirada del pequeño. Jesús mira al niño:
--Nicolasito cada día está más enorme.
Raquel es una mujer completa y feliz. 
--Es mi hijo –dice emocionada—aunque no lleve mi sangre es mi hijo.
Jesús se alegra de que su amiga sea feliz.
--Es el hijo de tu futuro marido. Serás la única madre que conocerá.
Raquel está tan feliz que no puede creerlo.
--Ya pensé que nunca tendría esa dicha
Agarra en brazos al pequeño y lo besa con ternura:
--Me caso –dice entre lágrimas—me caso con Nicolás y además tenemos ya un hijo.
Jesús y Raquel se tratan con la misma ternura de siempre. 
--En esta ocasión el dicho fue verdad, de una boda salió otra… --Jesús.
Raquel se emociona al pensar en cómo se convirtieron en amantes ella y Nicolás en la boda de Benito y Rosa.
--Es una pena que no hayan podido venir ¿y cómo está su hija?
Jesús se llena de ternura al pensar en esta nueva sobrina nieta.
--Dulce María es preciosa
En ese momento Raquel se calla.
--¿qué pasa? –pregunta Jesús.
--Hola… --Es Eugenio.
La seductora voz del hombre lo inunda todo. Jesús está muy nervioso. No es capaz de ni girarse.
--¿es que no me vas a decir nada? –le dice Eugenio con una sonrisa seductora y poniéndose en frente de él.
Jesús sufre un fuerte impacto. Después de tanto tiempo. Eugenio sigue siendo el hombre guapisimo que siempre fue. Tal vez incluso aún está más guapo. Jesús piensa incluso que tal vez lo que desapareció por las secuelas del accidente fueron una excusa. No queda nada de señales de un accidente y Jesús piensa que tal vez se fue porque quiso y eso hace que no desaparezca del todo el rencor que tiene. Eugenio es un hombre feliz, con ganas de vivir la vida.
--Me alegro que hayas podido veni ¿has venido solo? 
La pregunta de Eugenio es con cierta ironía. Sabe que Jesús no tiene a nadie y lo ha querido recalcar. Jesús se muestra distante. El amor que siente por ese hombre está intacto dentro de él pero han pasado demasiadas cosas, ha sufrido demasiadas heridas como para lanzarse ahora de nuevo en brazos de Eugenio. Tampoco está seguro que esto sea lo que quiere Eugenio. Siente desconfianza de los sentimientos de Eugenio. Se ha acostumbrado a vivir sin amor, a llevar una vida tranquila. Prefiere mantenerse alejado de Eugenio porque no se fía del hombre. En realidad de quien no se fía es de él mismo, de que caiga en sus brazos. El miedo a sufrir de nuevo es lo que impide que se lance. Raquel es consciente que la pareja tiene mucho de qué hablar.
--bueno, yo tengo cosas que hacer –Raquel.
Jesús no se desengancha de su amiga.
--¡¡sí, yo te acompaño¡
Jesús está muy alterado. Eugenio sonríe. Jesús se comporta como un adolescente y eso lo hace porque está enamorado de él. Eugenio no pierde la sonrisa. Se muestra calmado.
--Tranquilo, Eugenio –dice para sí-- oportunidades no te faltará para hablar con él.
Con Eugenio llegan los otros dos amigos de Nicolás. El novio sale a recibir a sus tres amigos. Recibe con especial emoción a Eugenio.
--me alegro que estés bien, que estés recuperado.
Eugenio y Nicolás se abrazan fuertemente ante la emocionada mirada de los otros dos amigos.
--Gracias a ti, todo esto te lo debo a ti.
El grupo acaba abrazándose los 4 a la vez. Luego Nicolás pone sus manos en las mejillas de Eugenio.
--¿lo has visto? Él ya está aquí.
Eugenio suspira enamorado.
--sí, lo sé.
Los amigos se miran con complicidad.

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