miércoles, 5 de agosto de 2020

Capitulo 27 y ultimo





Jesús se la pasa con Raquel. Se queda encerrado con ella en la habitación.
--tienes que salir ¡no puedes esconderte de todos…¡
Jesús está nervioso.
--¡es que está él¡
Raquel lo agarra del brazo. Bajan juntos.
--¡compórtate conforme a la edad que tienes¡ ¡¡tú amas a ese hombre pues enfréntate a eso¡
--Si, yo lo amo –se atreve a confesar—pero no puede asegurar que él me ame a mí.
Y lo dice con tristeza. A Raquel le consta que Eugenio sigue enamorado de Jesús. Nicolás se lo ha contado pero no considera que sea ella quien deba decírselo a su amigo. Cenan todos juntos en el jardín. Jesús trata de mantenerse lo más alejado posible de Eugenio. Le excita demasiado tenerlo cerca. No es capaz de abrir la boca ni para hablar ni para comer. La presencia del gran amor de su vida lo tiene demasiado agitado. Eugenio va hablando mucho, quiere mostrar naturalidad cuando está tan nervioso y excitado como Jesús. La seductora voz de Eugenio hace estremecer a Jesús, vibra sólo por estar cerca de él. Siente la mirada de Eugenio clavada en él y no es capaz de mirarlo. Es una mirada que se le metería bien adentro y le da miedo. Después de todo lo que ha pasado, no sabe cuál sería las intenciones de su amado. Tiene miedo a toparse con la mirada de su amado porqué no sabe cómo reaccionar. Eugenio es el que organiza la despedida de soltero.
--¡todos los chicos de fiesta¡ ¡¡no hay que dormir en toda la noche¡
Es el primer momento en el que Eugenio se dirige a Jesús.
--Tú te vienes claro…
Jesús hace que no con la cabeza. Está demasiado nervioso. No quiere hacer nada de lo que luego se pueda arrepentir.
--No, ¿seguro? Anímate.
Eugenio es muy cariñoso con él pero tampoco insiste. Jesús se lo queda mirando mientras se va.
--¡¡es tan guapo, es tan guapo¡
Eugenio se gira y le gusta ver que Jesús lo está mirando, que se sofoca y gira la cabeza avergonzado. Eugenio sigue su camino muy contento. Está seguro que esa boda marcará un antes y un después en sus vidas. 

Jesús y Raquel tampoco tienen ninguna intención de dormir. Acuestan al pequeño hijo de Nicolás en la cunita que Raquel tiene al lado y luego los dos amigos se quedan sentados en la cama hablando de sus cosas. Raquel tiene la ilusión escrita en la cara y Jesús también. Pese a sus miedos y sus dudas está fascinado de encontrarse en ese pueblo que tan buenos recuerdos le trae y de tener a Eugenio cerca. La emoción por la boda de la que es casi su hermana se mezcla con la emoción por el reencuentro. El reencuentro con los recuerdos y con el amor…

Amanece. Es sábado y hace un día espléndido. Jesús y Raquel se arreglan en la misma habitación donde han pasado la noche. Ambos muy nerviosos. La boda tiene un toque al siglo pasado, ideal para un pequeño pueblo de montaña donde se respira a historia. El vestido de la novia es tipo emperatriz pero de color beige con muchos lacitos, volantes. Velo y una larga cola. Jesús, vestido también muy elegantemente, llega a la iglesia solo y un poco antes de la novia que era su entrada del brazo de su padre. Ya todos están han llegado. Jesús busca su sitio. Siente una mirada. Alguien no le saca los ojos de encima es Eugenio que se sienta en tercera fila. Está muy guapo. Le sonríe a Jesús cuando se sienta en el segundo banco. Justo en delante de él. Comienza la marcha nupcial. Raquel muy emocionada, Nicolás feliz. Los se miran novios muy enamorados. Jesús apenas sigue la ceremonia. Está nervioso porque siente la penetrante mirada de Eugenio clavada en él. De vez en cuando mira de reojo hacía atrás y suspira. Cierra los ojos y su imaginación vuela. Aunque sabe que es un imposible le gustaría estar casándose con Eugenio, el amor de su vida, en ese mismo lugar. Jesús llora de emoción por la boda de su amiga pero también de rabia por estar tan cerca de su amado y a la vez tan lejos. Una vez el sacerdote une en matrimonio a Nicolás y a Raquel y se funden en un beso, llegan las felicitaciones. Todos se acercan a los novios. Eugenio y Jesús se encuentran cara a cara. Eugenio le guiña el ojo a Jesús:
--estás muy guapo –le susurra tiernamente.
Los ojos de Eugenio chispean de emoción. Jesús no dice nada, está totalmente rendido a los pies de Eugenio. Jesús quiere resistir.
--Es una boda… a lo mejor sólo quiere coger.  Me va a hacer daño –va pensando para sí muy nervioso.
Todo el dolor que ha vivido le hace sentir miedo a la felicidad. Prefiere quedarse como está y no arriesgarse a amar porque puede salir bien o no…

El banquete nupcial se hace en un castillo convertido en hotel. Mientras esperan a los novios, Eugenio se acerca a Jesús.
--¿porqué no nos dejamos de tonterías y nos comportamos como adultos? –le reclama.
Jesús lo esquiva. Eugenio se va desesperando. Esperaba que todo fuera más fácil.
--Me ama… estoy seguro de eso.
Está convencido de los sentimientos de su amigo por lo que no pierde la paciencia. La proximidad de Eugenio lo tiene nervioso y prefiere alejarse. Le tranquiliza que sus mesas están separadas. Jesús con los invitados de la novia y Eugenio con los del novio. Se acerca a Jesús durante el baile.
--¿bailamos? –le pregunta galantemente.
Jesús no se puede resistir a su mirada. Le agarra la mano. Desde que llegó al pueblo, Jesús ha hecho esfuerzos sobre humanos para reprimirse, sacando fuerzas de donde no las tenía. El calor del cuerpo de Eugenio deshace el muro de hielo que Jesús ha creado a su alrededor. El corazón de Jesús le exige a gritos que sacie de una vez la sed de amor intensa que tiene hacia ese hombre. Jesús está embriagado pese a que no ha tomado ni una sola gota de alcohol.
--vamos a salir al jardín –le pide Eugenio con mucha ternura.
Y Jesús no sabe ni quiere ni puede decirle no. Ninguno de los dos puede frenar todo el amor que les roe en las entrañas. Se besan como dos fieras ardientes. Se besan con desesperación. Sus cuerpos se han echado de menos. Se besan y se acarician durante largo rato sin decirse nada. 
--te amo y quiero vivir lo que siento por ti –jadea Eugenio.
A Jesús de pronto le viene en mente el recuerdo de Carlos. Todo el sufrimiento que le trajo a su vida. Tiene miedo que Eugenio sea infeliz por su culpa.
--¡no, no puede ser¡
Eugenio siente el amor de Jesús pero no entiende porque lo rechaza. Aunque no desea moverse de sus brazos, Jesús logra escapar de ellos. Jesús corre pero Eugenio no tarda en atraparlo y lo agarra con fuerza. Lo estrecha con fuerza contra su pecho y lo besa y Jesús responde a su beso con amor. Eugenio es muy cariñoso con él.
--¿me amas?
Jesús le responde con un sí que le sale del alma. Eugenio sonríe satisfecho.
--¿y porqué no me rechazas?¿es quieres que sigamos perdiendo el tiempo como un par de tontos?
Jesús lo abraza con fuerza. Con mucho amor pero a la vez con miedo. Eugenio sonríe y le acaricia con afecto.
--¿qué te pasa?¿es que estás enfadado conmigo? Yo no pude venir antes. He tenido que superar muchas operaciones yo…
Jesús lo calla con un beso. Lo ve sincero. Nota que lo ama y que ha sufrido. No quiere que siga recordando algo que le hace daño. 
--todo lo que te pasó es por mi culpa.
Eugenio sonríe, lo besa una y otra vez.
--¡no, no¡ ¡¡no quiero que digas esas tonterías¡ ¡¡no fue culpa tuya¡ ¡¡ese maldito nos lastimó a los dos pero ya no nos hará daño¡
Eugenio se muestra seguro, quiere borrar el miedo del rostro de Jesús.
--Tengo miedo que te pase algo por mi culpa…
--¿Y si yo corro el riesgo? –Eugenio sonriendo.
--Es que si te hago daño me muero -Jesús angustiado.
Eugenio lo acaricia conmigo.
--¿Tanto me amas?
--Sabes que sí--Jesús con la voz rota.
--¿Y no ves que me haces daño si no estás conmigo?
Y Eugenio lo mira con tanto amor que es imposible rechazarlo. Además Eugenio añade con un tono cálido y muy enamorado:
--entonces no pienses en nada más  piensa sólo en mí.
Un nuevo beso sella su unión para siempre. No se puede huir del amor. Huir de los deseos de sus propios cuerpos. Eugenio lo mira coqueto y le muestra una llave antigua. Con cara de depravado dice:
--alquilé la segunda mejor habitación, sabía que me ibas a decir que sí…
Jesús lo abraza y lo acaricia y lo besa. A su lado no hay miedo. No hay dudas.
--Eres un loco.
--sí –dice Eugenio divertido—estoy completamente loco por ti.
Se miran con enamorados y se besan.
--te amo –dice Eugenio.
--Te amo –dice Jesús.
Se miran con dulzura. No pueden evitar que se les escape alguna lágrima. Después de tantos sin sabores al fin están juntos y en esta ocasión sí es para siempre. Muy abrazados van hacia el interior del castillo para disfrutar de esa habitación, de sus cuerpos. Quieren escapar de los invitados vivir ese momento de amor por el que tanto han luchado y que se ha hecho esperar durante tanto tiempo. Justo en la entrada del castillo, los invitados, franqueados por Raquel y Nicolás los estaban esperando y al grito de:
--¡Vivan los novios¡
lanzan toda una lluvia de arroz hacia Jesús y Eugenio que se abrazan felices. Se besan entre lágrimas.
--Nunca nadie me había hecho tan feliz –susurra Jesús.
Eugenio le habla con la voz rota:
--eres mi dueño y eso es para siempre.
El amor de Eugenio lo hace sentir seguro:
--ahora nadie nos separará.
Eugenio sonríe enamorado y sentencia feliz:
--Nunca.
Se besan bajo una lluvia de arroz, de felicidad, de amor y de esperanza.
Fin.

Capitulo 26


Raquel corre al hospital. En esta ocasión es Nicolás quien le preocupa. Éste se encuentra muy triste frente a una incubadora. Tiene las manos apoyadas en los cristales. Un pequeño bebé de apenas cinco meses está luchando por vivir. Por el rostro del hombre se desliza unas lágrimas.
--lucha, campeón. Lucha.
Raquel lo abraza con fuerza. Siente su dolor.
--No sabes como lamento todo lo que ha pasado. Siento mucho la muerte de tu chica.
Nicolás se siente muy culpable del accidente.
--¡si yo hubiera ido con ella…¡
Raquel no hubiera soportado que le pasara algo:
--a lo mejor tú hubieras muerto ¿y tú hijo qué?
Nicolás mira a esa pequeño:
--es lo mejor que me ha pasado. No lo puedo perder.
Raquel es muy cariñosa con ese hombre. Lo ama y lo que más le duele es que ese hijo no es de ella. Trata de animarlo. 
--tu hijo es fuerte. Lleva tu semilla. Sobrevivirá.
Nicolás mira a su hijo con orgullo.
--sí, es fuerte. Se nota que lleva mi sangre.
Aunque también hay algo que le preocupa:
--¿y después qué? ¿Quién me ayudará a cuidarlo?
Nicolás y con un hijo. Se siente perdido. Raquel ofrece su ayuda. Raquel quiere ser la madre pero Nicolás le da puesto niñera, es una humillación para ella pero lo ama y quiere estar cerca de él aunque sea como empleado. Además quiere ver crecer al hijo de su amado.

Semanas después, el pequeño Nicolás es dado de alta. Raquel lo lleva en brazos. Se ha convertido en madre sustituta pese a que Nicolás sólo le ha dado el puesto de niñera. Nicolás al lado de la mujer y su hijo. Sólo está pendiente de él y Raquel se muere de amor por ese hombre pero poder estar cerca de su hijo es algo que la llena de dicha aunque la mate como mujer amarlo a Nicolás con toda el alma y que para él sea una empleada. Nicolás está feliz con su hijo.
--¡tenemos que celebrarlo¡ ¡vamos a algún sitio¡
--Es que hoy se casa el sobrino de Jesús y estoy invitada. Te iba a pedir permiso para ir con Nicolasito.
--¡si, vamos juntos¡ --Nicolás contento porque tiene ganas de fiesta.
Raquel está nerviosa.
--pero… la gente se va a creer que somos pareja…
Raquel siente que el corazón se le va a salir de la garganta.
--No me importa.
Raquel está feliz, cree que no le importa porque la ama. Nicolás acaba la frase.
--Uno puede ir perfectamente a una boda con una amiga.
Raquel fuerza una sonrisa pero no dice nada. 

La boda de Rosa y Benito es por el civil y muy sencilla pero llena de amor. El matrimonio con un hijo ya y muchas ganas de dejar sus miedos atrás y de ser felices para siempre. Jesús y Benito se funden en un cálido abrazo. Por otro lado, al llegar a su casa, Nicolás se mete en la habitación que comparten su hijo y Raquel. En bóxers. Se mete en la cama de ella. Se muestra ardiente.
--Si me deseas este es el momento… pero no te prometo nada --jadea él.
--Solo te pido que todo quede como hasta ahora.
Ella lo mira enamorada y acepta con amor el cuerpo de ese hombre.


Meses después…
Jesús se encuentra en el mismo pueblo de momento en el que se besó por primera vez con Eugenio, en el que hicieron el amor por primera vez. Casi desvanece al estar frente a la casa. Los recuerdos que ha tratado de borrar de su mente de alborotan dentro de su cuerpo.
--No tenía que haber venido.
Estar en esa casa lo ha revolucionado demasiado.
--pero no podía faltar a la boda de quien es casi una hermana para mí.
Se le pone la piel de gallina al entrar en el jardín. El recuerdo del primer beso lo hace estremecer. Se acaricia los labios.
--¿qué habrá sido de ti, mi amor?
Desde que Eugenio desapareció del hospital no ha sabido de él. Ambos tenían sus heridas que cicatrizar. Eugenio las del cuerpo y Jesús las del alma. No se ha atrevido a preguntar si estará en esa boda. En el fondo, camuflado por la herida que le ha quedado después de todo lo que ha pasado, es lo que quisiera. Volver a verlo después de más de un año de separación. Le parece que ha pasado una década desde que estuvieron en esa casa. No puede evitar que las lágrimas afloren de sus mejillas. En esa casa ha vivido momentos mágicos con Eugenio. Lo recuerda con amor y también con rencor. Le hubiera gustado que se quedara a su lado, que luchara por él en vez de huir. Jesús no huyó, se encerró en sí mismo y tampoco hizo nada para buscar a Eugenio. Tal vez el otro tenga los mismos reproches para con Jesús. Se abre la puerta de la casa.
--¡amigo, que alegría¡
Es Raquel la que sale a recibirlo. Lleva tomado de la mano al pequeño hijo de su futuro esposo que recién da sus primeros pasos. Se abrazan con cariño ante la atenta mirada del pequeño. Jesús mira al niño:
--Nicolasito cada día está más enorme.
Raquel es una mujer completa y feliz. 
--Es mi hijo –dice emocionada—aunque no lleve mi sangre es mi hijo.
Jesús se alegra de que su amiga sea feliz.
--Es el hijo de tu futuro marido. Serás la única madre que conocerá.
Raquel está tan feliz que no puede creerlo.
--Ya pensé que nunca tendría esa dicha
Agarra en brazos al pequeño y lo besa con ternura:
--Me caso –dice entre lágrimas—me caso con Nicolás y además tenemos ya un hijo.
Jesús y Raquel se tratan con la misma ternura de siempre. 
--En esta ocasión el dicho fue verdad, de una boda salió otra… --Jesús.
Raquel se emociona al pensar en cómo se convirtieron en amantes ella y Nicolás en la boda de Benito y Rosa.
--Es una pena que no hayan podido venir ¿y cómo está su hija?
Jesús se llena de ternura al pensar en esta nueva sobrina nieta.
--Dulce María es preciosa
En ese momento Raquel se calla.
--¿qué pasa? –pregunta Jesús.
--Hola… --Es Eugenio.
La seductora voz del hombre lo inunda todo. Jesús está muy nervioso. No es capaz de ni girarse.
--¿es que no me vas a decir nada? –le dice Eugenio con una sonrisa seductora y poniéndose en frente de él.
Jesús sufre un fuerte impacto. Después de tanto tiempo. Eugenio sigue siendo el hombre guapisimo que siempre fue. Tal vez incluso aún está más guapo. Jesús piensa incluso que tal vez lo que desapareció por las secuelas del accidente fueron una excusa. No queda nada de señales de un accidente y Jesús piensa que tal vez se fue porque quiso y eso hace que no desaparezca del todo el rencor que tiene. Eugenio es un hombre feliz, con ganas de vivir la vida.
--Me alegro que hayas podido veni ¿has venido solo? 
La pregunta de Eugenio es con cierta ironía. Sabe que Jesús no tiene a nadie y lo ha querido recalcar. Jesús se muestra distante. El amor que siente por ese hombre está intacto dentro de él pero han pasado demasiadas cosas, ha sufrido demasiadas heridas como para lanzarse ahora de nuevo en brazos de Eugenio. Tampoco está seguro que esto sea lo que quiere Eugenio. Siente desconfianza de los sentimientos de Eugenio. Se ha acostumbrado a vivir sin amor, a llevar una vida tranquila. Prefiere mantenerse alejado de Eugenio porque no se fía del hombre. En realidad de quien no se fía es de él mismo, de que caiga en sus brazos. El miedo a sufrir de nuevo es lo que impide que se lance. Raquel es consciente que la pareja tiene mucho de qué hablar.
--bueno, yo tengo cosas que hacer –Raquel.
Jesús no se desengancha de su amiga.
--¡¡sí, yo te acompaño¡
Jesús está muy alterado. Eugenio sonríe. Jesús se comporta como un adolescente y eso lo hace porque está enamorado de él. Eugenio no pierde la sonrisa. Se muestra calmado.
--Tranquilo, Eugenio –dice para sí-- oportunidades no te faltará para hablar con él.
Con Eugenio llegan los otros dos amigos de Nicolás. El novio sale a recibir a sus tres amigos. Recibe con especial emoción a Eugenio.
--me alegro que estés bien, que estés recuperado.
Eugenio y Nicolás se abrazan fuertemente ante la emocionada mirada de los otros dos amigos.
--Gracias a ti, todo esto te lo debo a ti.
El grupo acaba abrazándose los 4 a la vez. Luego Nicolás pone sus manos en las mejillas de Eugenio.
--¿lo has visto? Él ya está aquí.
Eugenio suspira enamorado.
--sí, lo sé.
Los amigos se miran con complicidad.

Capitulo 25



Nicolás está dándose una ducha. 
--¡Nico, te está sonando el celular¡ --le comenta uno de sus amigos.
--ya, déjalo.. da igual.
--si pero es que está sonando mucho… --protesta el otro.
Nicolás sale desnudo y mojado. Molesto.
--¡¡¿¿qué será esto que no puede esperar?¡
Nicolás se ha quedado pálido con la noticia que le dan. Sus amigos se preocupan.
--¿¿qué es lo que pasa?
Con un hilo de voz y mientras se empieza a vestir.
--¡Eugenio ha sufrido un accidente¡ ¡¡está muy grave¡
Los tres amigos se preocupan mucho por el estado de Eugenio y se preparan para ir a la clínica en donde le han dicho que está. Eugenio apenas tiene un hilo de vida y el rostro totalmente ensangrentado.

Jesús está paralizado por el miedo. No se mueve. No se acerca al balcón. No se atreve a mirar. Escucha a los vecinos alterados.
--¡¡esta muerto¡ ¡¡se ha matado¡
Escucha como gritan que hay que llamar a la policía. En medio de la confusión, Jesús piensa en Eugenio.
--¡no puede estar muerto¡
Deja en la mesa la carta que le dejara Carlos. Son demasiadas cosas a la vez. Eugenio herido o muerto por culpa de Carlos y Carlos muerto para vengarse de él. Llama a Raquel. Se muestra alterado.
--es que si no me explicas no te voy a entender --dice ella alterado al notarlo a él angustiado.

En el hospital, Nicolás y sus amigos llegan con preocupación. Nada les dicen del estado de Eugenio. Hay que esperar. Raquel no tarda en llegar. Nicolás sorprendido.
--qué haces aquí? Como te has enterado.
--Me llamó Jesús, está muy preocupado.
--¿Pero es que él sabe?
--Fue Carlos. Carlos atropelló a Eugenio, le dijo a Jesús que lo mató.
--¡espero que la policía lo haya atrapado¡ --Nicolás con rabia.
--no, se ha matado. Carlos se ha tirado por el balcón de casa de Jesús. Como puedes imaginar está muy impactado. Me ha pedido que yo averiguara lo que Eugenio porque
Raquel ama a ese hombre pero le duele lo distante que es él con ella, parece que sí ha olvidado todo lo que ha vivido con ella. Mientras Raquel se aleja Nicolás mira con tristeza a esa mujer. Sus amigos, uno a cada lado, le pone la mano en los hombros.
--¿aún la quieres?
--ella te ama.
--Voy a ser papá,  le tengo que cumplir a la madre.
Nicolás, además, ahora está pendiente de Eugenio. Es lo más cercano a un familiar que tiene y desea estar al pendiente de él.

Al cabo de un rato, Raquel llega a casa de Jesús. Lo encuentra muy abatido. Son demasiadas culpas las que tiene dentro de él. La muerte de Carlos pesa sobre una losa. Sabe que murió porque amaba a otro y eso es algo que le duele. Además le preocupa mucho el estado de su amado.
--Tiene muchas heridas en el rostro pero se pondrá bien.
--En cambio las heridas que yo tengo en el alma nunca se cerraran--dice Jesús con amargura.
--Ya Carlos no volverá a hacer daño a nadie.
En eso Raquel se equivoca. Jesús está seguro que el recuerdo de Carlos siempre lo va a perseguir y que nunca podrá ser feliz.
--Yo soy responsable de su muerte y él se ha encargado de recordármelo en una carta que me ha dejado. Es una carta llena de odio contra mí… me ha matado.
La policía tiene esa nota pero a Jesús se le ha quedado clavado en la mente frases como: “Muero de amor porque tú no me quieres amar. Me mato porque tú así lo quieres, ya puedes ser feliz, construye tu felicidad sobre mi cadáver”.
Jesús abraza amargamente a Raquel:
--¡Carlos ha hecho mucho daño y todo es culpa mía¡¡no se puede hablar mal de los muertos¡ ¡¡pero ha convertido mi vida en un infierno¡
Raquel trata de animarlo.
--Lo que tienes que hacer es ir al lado de Eugenio   él te necesita.
Jesús tiene el alma rota.
--Yo espero que Eugenio se recupere pero me siento demasiado mal, no puedo ayudarlo.
Jesús no deja de llorar.
--¡he visto a la madre de Carlos abrazarse a su cadáver y como me miraba¡ ¡¡esa mujer me odia, ha dicho que acabará conmigo¡
Raquel trata de animarlo:
--refúgiate en Eugenio. No seas orgulloso, no dejes que nadie de esa familia te haga daño otra vez.
--No levanto cabeza. Estoy cansado de sufrir, de hacer daño a quien me quiere --llora Jesús.
--No digas eso. No es así.
Pero Jesús siente demasiado dolor:
--Carlos ha muerto por mi culpa, Eugenio me acusó de ser una puta y ahora su vida corre peligro.
--¡pero él va a estar bien y tú también tienes que estarlo¡
Raquel quiere animar a Jesús a que vaya a ver a Eugenio pero Jesús siente que ha sido nefasto para los hombres que lo han amado.
--es mejor que no me vuelva a ver. Eugenio y yo nos hemos hecho mucho daño pero por mi culpa él casi muere.
Raquel le quiere hacer entender que el culpable de todo fue Carlos y que ahora nada le impediría ser feliz junto a Eugenio.
--para empezar Eugenio me odia y además… yo ahora no puedo ser feliz a nadie.
Los remordimientos han hundido a Jesús y no hay nada que pueda hacer para solucionarlo.



Días después, Eugenio sigue hospitalizado. Está bien pero le han quedado muchas cicatrices en el rostro. Nicolás está a su lado.
--Jesús pregunta mucho por ti. Te ama de verdad. Lo que pasa es que está muy herido
 Ese loco le ha hecho mucho daño.
Eugenio quiere mostrarse indiferente pero le duele mucho que Jesús no esté a su lado.
--la última vez que los vi juntos no parecía pasarlo mal.
Nicolás es muy cariñoso con su amigo:
--¿después de todo lo que te he contado de esa bestia en serio crees en lo que viste?
Eugenio se siente acabado:
--igual soy un monstruo, Mira como me ha quedado la cara.
Eugenio se sentía muy orgulloso de su belleza y ahora siente que Carlos le ha dado en donde más le podía doler. Nicolás trata de animarlo. No quiere que se hunda.
--No es para tanto.
Eugenio le reprocha con rabia:
--Eso me lo dices porque no viste la cara de asco con la que me miraba Moha y ya no he vuelto a saber de él.
--¿tienes miedo que eso te pase con Jesús? Yo sé que él te ama de verdad y que si se encontrara con ánimos te apoyaría.
--No, me da igual lo que pase con Jesús.
Su rostro es el del dolor. Dice que no quiere hablar de él pero está esperando que le cuenten todo, quiere estar seguro que efectivamente Jesús lo está pasando mal y que por eso no está a su lado.
--Todo es cuestión de tiempo. Para Jesús es muy duro saber que ese loco violó a su sobrino, que te quiso matar a ti, que se mató él y se siente responsable de todo. Es lógico que ahora lo que menos piensa es en el amor.
Eugenio no quiere llorar pero no puede evitar que se le escapen las lágrimas. Nicolás le acaricia la mano.
--El tiempo es vuestro aliado. Tus cicatrices desaparecerán y sino para eso está la cirugía, volverás a ser el de antes y entonces Jesús y tú os podréis encontrar.
Eugenio está muy triste por todo lo que le está pasando a su amado y le gustaría poder estar a su lado pero no quiere que nadie y menos Jesús lo vea con su belleza acabado.
--Tengo que huir, ayúdame.
--No tienes que esconderte de nadie.
Eugenio se siente de verdad un monstruo:
--si un día vuelvo a ser el de antes volveré pero no quiero que me vea nadie así.
Nicolás lo ve tan atormentado que prefiere hacer lo que le pide. Le promete que buscará una clínica privada en donde pueda recuperarse sin que nadie sepa de él. Eugenio quiere desaparecer que los que lo han conocido como un hombre guapo no vea su rostro lleno de cicatrices.

Capitulo 24


Jesús sale de su trabajo. Tiene una herida grande dentro de su alma pero trata de hacer su vida. Aunque desea borrar a Eugenio de su vida no logra sacarlo ni de su mente ni mucho menos de su corazón. De pronto el corazón de Jesús hace un salto al reconocer a lo lejos la moto de Eugenio. Baja en dirección donde se encuentra Jesús. No tiene nada delante que le obligue a hacer esa maniobra. En el momento que Eugenio ve a Jesús y se da cuenta que Jesús lo ha visto entonces inesperadamente en vez de seguir recto da un giro para seguir bajando pero quedar más lejos de Jesús. Si seguía recto hubiera quedado al lado de la acera, justo donde está Jesús en el momento de llegar al semáforo. Eugenio ha querido evitar eso y por esto ha hecho ese giro extraño. Mientras bajaba no tenía tráfico delante pero él ha hecho un giro para meterse entre los autos que lo “protegen” de la mirada de Jesús que se queda dolido.
--pero ¿¿qué se cree que lo voy a tirar piedras? –dice para sí molesto.
Pese a que dice que lo quiere olvidar, Jesús sigue amando a Eugenio y le duele que Eugenio le demuestre ese odio. Eugenio pasa con su moto muy alejado de Jesús cuando de ser recto tal y como era lo normal hubiera pasado justo a su lado. Y ni siquiera mira a Jesús que aunque se empeñe en decir que no le importa le duele y mucho. Va a casa de su amiga para insultarlo.
--No que yo tuviera ningún interés en verlo –dice muy herido y con rencor—pero vaya que después de lo que hemos vivido me podría saludar aunque fuera sólo por educación.
Jesús sigue empeñado en hacer creer a Raquel que no le duele, que ya pasa de Eugenio aunque es todo lo contrario:
--Si por mí mejor, yo de ese desgraciado no quiero ni la hora. Lo que pasa es que lo digo también por él ¡en la carretera no se pueden hacer estas cosas tan raras. imagina que si al hacer esta desviación tan rara cae ¡¡seguro que luego las culpas me la llevo yo¡
Jesús está muy dolido. No soporta, después de haberlo amado durante años creyéndolo un imposible, haberlo tenido para perder poco después. El tono de los insultos va en aumento junto con la rabia de Jesús.
--Ese cabrón miserable y antipático ha arruinado mi vida ¡¡me ha hecho creer que me amaba cuando no era cierto, sino no me hubiera humillado. Yo no quiero volver a verlo porque me hace demasiado daño, me agita…
Jesús se siente muy triste.
--No sé como haré para seguir adelante pero lo lograré.
Jesús ha ido hablando y Raquel apenas se ha metido. Jesús sabe que eso no es normal. Finalmente logra apartar su rabia para escuchar a su amiga. Raquel está deshecha porque Nicolás está con una mujer a la que ha dejado embarazada. Se siente dolida y humillada.
--ella le dará lo que yo no podría darle jamás… --dice con amargura-- y es tan jovencita.
--Ni que tú fueras una vieja.
Jesús trata de animar a su amiga pero no puede evitar pensar siempre en Eugenio. A los dos les duele hablar de lo que han tenido y han perdido pero juntos pasan todas las penas mejor.
 

Semanas después… Jesús no puede dormir por lo que siempre toma un calmante. Benito le tiene que tirar una jarra de agua porque no hay manera qué se despierte.
--¿¿qué es lo que pasa? –pregunta Jesús desconcertado-- ¿¿qué hora es?
Benito está muy alterado:
--Las cuatro de la mañana ¡¡mi hijo va a nacer…¡¡ ¡Mi Rosa está pariendo¡
Jesús salta de la cama. Está casi tan nervioso como Benito. Tío y sobrino se ponen lo primero que encuentran y corren hacia el hospital. Benito entra con su amada en el quirófano. El pequeño Jesús no tarda en estar ya en brazos de su madre. Al lado el joven y orgulloso padre. Besa a su pequeño emocionado:
--gracias por darme un motivo para vivir.
Y luego besa a la joven:
--gracias por este maravilloso regalo.
Y ahí en quirófano, con el pequeño Jesús recién nacido, Benito le dice al fin a Rosa lo que la joven tanto ha estado esperando:
--¿te quieres casar conmigo?
Rosa ilusionada, emocionada y cansada dice un débil sí. El personal médico está sorprendido por la escena que viven y lamentan interrumpirla pero se tienen que llevar al bebé. Eso sí en dos horas vuelven a estar los tres juntos. Jesús ya ha recibido la buena nueva. Abraza a su sobrino, está muy contento de verlo sonreír. De ver que ha dejado atrás el pasado. Jesús llora a tener a su sobrino nieto en brazos y saber que se llama como él. Jesús ve tanta alegría en el rostro de su sobrino con su hijo en brazos que le parece mentira que haya podido superar toda la tragedia que ha vivido y que pueda lograr la felicidad. Se alegra de ello.

Al día siguiente, Benito está al pendiente de su familia. Está en la habitación con su chica que da el pecho al pequeño Jesús ante la atenta mirada de su padre. Carlos irrumpe en ese momento en la habitación. El terror se apodera de la pareja. Benito se pone delante para que el hombre no se pueda acercar a él.
--¡déjanos en paz¡
Carlos ve miedo en los ojos de Benito y eso le hace sentir poderoso.
--solo quiero ver a mi sobrinito.
Ese hombre le produce mucho terror pero está dispuesto a defender a su hijo.
--¡no quiero que te acerques a él¡
Carlos se burla de Benito:
--chico, que amargura, parece que necesitas que te eche otra buena cogida. A mi no me molesta.
 Me gusta la carne fresca. Eres una putita como tú tío, te encanta coger y yo fui el primero en romperte el culo. Eso nunca lo olvidarás.
Jesús estaba entrando en ese momento con un ramo de flores. Se queda en la puerta aterrado por lo que está escuchando y sin ser visto. Benito mira con asco a Carlos:
--sabes que me golpeaste y por eso me violaste, la próxima vez te mataría.
La mirada de Benito es amenazante y Carlos se le ríe:
--yo hablo en serio cuando decía que os iba a matar a todos sí le contabas a alguien que fui yo quien te violó. Ya te perdoné que aclararas que no fue el imbécil de Eugenio pero si dices mi nombre… mato a tu hijo.
Rosa está muy nerviosa. Llora, Benito trata de calmarla. Jesús no da crédito a lo que oye. ¡Carlos es el que violó a su sobrino¡ Además por lo que está entiendo los ha tenido amenazados tanto a él como a Rosa y por miedo y para proteger a su hijo han callado. Jesús se siente muy culpable ya que se ha preocupado de su relación con Eugenio y no ha sabido darse cuenta del infierno que estaba pasando su sobrino. Carlos se dispone a irse y es cuando se da cuenta que Jesús están en la puerta. Carlos se queda pálido. Tenía esperanzas de un acercamiento con Jesús pero ahora sabe que no es posible.
--¿Cuánto haces que estás aquí?
Jesús mira con pena a su sobrino. Mira molesto a Carlos.
--¡vamos a hablar pero no aquí¡
Van discutiendo mientras van bajando por las escaleras.
--¡yo creo que has malinterpretado las cosas¡ ¡me tienes que entender¡
Jesús lo va mirando con mucho odio:
--¿¿¡que tengo que entender a parte que eres un salvaje? ¡¡has violado a mi sobrino¡
--¡no, no fue así,  él me provocó¡ --trata de defenderse alterado.
Jesús descarga toda su rabia contra Carlos. Pensar que fue en él en quien se apoyó tras la violación de su sobrino, que incluso se acostaron juntos después. Se siente tan mal cuando pensó que era Eugenio. Benito sufrió esa violación por su culpa y eso es algo que le mata por dentro. Golpea una y otra vez a Carlos.
--¡¡ERES UN HIJO DE PUTA Y UN DESGRACIADO¡ ¡¡TE ODIARÉ TODA MI VIDA¡ ¡¡NO QUIERO VOLVER A VERTE, OJALÁ TE MUERAS¡
Carlos hasta llora y eso le pone más furioso a Jesús.
--Te amo y prefiero matarme antes de no tenerte –le solloza.
Jesús lo odia y no cree en él.
--¡ESO MATATE, HAZNO ESE FAVOR A TODOS¡¡NADA ME HARÍA MÁS FELIZ QUE VERTE MUERTO¡ --le dice con desprecio.
Carlos se muestra suplicante y agresivo.
--¡Fue por tu culpa, tú me obligaste a esto¡¡ ¡¡tú me dejaste y Benito pagó las consecuencias de tus errores pero yo te amo a ti¡
Jesús le escupe en la cara:
--¡algún día te haré pagar todo el daño que has hecho¡ ¡¡no quiero que te acerques a mi familia o me las pagas¡
Jesús no tiene cara para mirar a su sobrino y abandona el hospital. Carlos se pone a gritar como loco.
--¡¡si tú me dejas me voy a matar¡ ¡¡no te voy a dejar ser feliz¡
Carlos está totalmente desquiciado, sabe que ya lo ha perdido a Jesús. Ya no le queda nada. Es todo lleno de odio. Sólo quiere vengarse. Se siente acabado pero quiere llevarse a otros por delante. Se va en su auto hacia el centro. Conoce los pasos de Eugenio porqué lo ha estado siguiendo. Éste cruza la carretera tranquilo. Va mirando las cartas que tiene que repartir. El semáforo en verde así que no se preocupa. Carlos embiste su auto contra Eugenio. No sólo lo atropella sino que le pasa el auto por encima. Ve como las ruedas pasan por encima del rostro de Eugenio. La gente va gritando.
--¡es un loco, lo ha matado¡
Carlos sonríe maquiavélicamente. La gente rodea el cuerpo ensangrentado de Eugenio. No se mueve.
--¡esta muerto, está muerto¡
La gente ha anotado la matrícula. 
--¡no irá muy lejos¡
Pero a Carlos no le preocupa nada de eso. 

Jesús está solo en casa muy angustiado. Llaman al timbre. Se asusta al ver que es Carlos. No quiere dejarlo entrar.
--¡largo, qué haces¡?
Carlos se comporta con tranquilidad. Le entrega una carta.
--No te quiero molesto, he matado a tu amado Eugenio. Es mi regalo de despedida…
A Jesús se le hiela la sangre:
--¡¿¿qué dices?¡
Carlos le sonríe:
--Yo me voy tranquilo porqué sé que nunca vas a ser feliz.
Todo es muy rápido. Carlos va hacia la terraza y se lanza. Jesús se ha quedado en shock.

Capitulo 23



Jesús se siente perdido sin Eugenio. No sabe qué hacer para que su amado crea en él. Y es consciente que no lo puede juzgar porqué él actuó de la misma manera.
--si nos amamos ¿porqué no confiamos el uno en el otro? –no deja de repetirse.
Jesús tiene que aclarar ese malentendido con Eugenio. No le importa nada. Va a buscarlo. Lo recibe Mohamed.
--vaya el negrazo del año.
Mohamed se muestra muy sensual:
--¿Cuándo me vas a dar el gusto de poseerte? No es posible que te acuestes con todos menos conmigo.
Jesús se siente incómodo. Mohamed trata de tocarlo y él se aparta. Le molesta que Mohamed lo trate como un objeto de placer.
--Venga que Eugenio me ha dicho que tienes una verga descomunal. Yo quiero probarla. Yo sí te dejo que me la metas aunque muera en el intento.
No me dejes con las ganas…
Jesús no deja que le toque.
--tengo que hablar con Eugenio –se muestra desesperación.
Mohamed lo mira lascivamente.
--Conmigo no te hagas el decente negrito que sé que coger es lo que más te gusta y yo de otra cosa no… pero coger es lo mío.
Jesús le suplica.
--¡necesito hablar con Eugenio¡
Al ver que no va a lograr de él lo que quiere, Mohamed le dice molesto:
--¡deja en paz a Eugenio, ya le has hecho demasiado daño¡
Y le cierra las puertas en las narices.

Jesús se refugia en Raquel.
--me gustaría poder ayudarte pero no me hablo con Nicolás. No puedo influir en Eugenio –le dice ella.
Jesús se da por vencido.
--el tiempo, el tiempo es lo único que me puede ayudar.
Raquel trata de animar a su amigo.
--Ahora está ofuscado pero se dará cuenta que no tiene sentido que crea que le fuiste infiel.
Jesús habla muy abatido:
--espero que con el pasar de los días entre en razón pero es que ahora no quiere saber de mí.
Raquel lo acaricia fraternalmente y él llora en sus brazos.
--He vivido un sueño y ahora lo estoy perdiendo pero no sé cómo hacer para demostrar mi inocencia. Sólo tengo todo lo que me hace sentir y espero poder transmitirle todo el amor que siento por él, todo el amor que me hace sentir.
Jesús habla con la voz rota mientras su amiga lo va acariciando.
--descansa, verás que con los días todo se soluciona.
--Es que viví un sueño a su lado y no quiero que tenga este final. Nuestro amor es de fabula y tenemos que estar eternamente juntos.
Las lágrimas hacen que a veces no pueda hablar.
Raquel lo abraza con fuerza. Le da un consejo.
--No hagas nada, espera a que a Eugenio se le pase el enfado y luego lo buscas…
Jesús se resigna.
--sí, eso ahora.







Pero a solas en su cuarto, las paredes se le caen encima. Le retumban en la mente momentos de risas, de besos. Momentos de amor increíbles que se resigna que hayan acabado. No puede esperar. No puede dejar las cosas tal y como están. Es cerca de la media noche cuando va a la playa a buscarlo. Teme no encontrarlo pero está. Se le acerca nervioso, con un nudo en la garganta. Hace tan poco que ha vivido una situación parecida y desea y confía que el desenlace sea igual. Eugenio lo escucha llegar y se enfurece.
--¿¿¡cómo te has atrevido a venir? ¡¡estoy harto de ti y si no te ha quedado lo suficientemente claro te lo digo nuevamente ahora mismo… Todo se ha acabado, ahora soy yo quien no quiere saber de ti.
--escúchame, pero hazlo con el corazón –le suplica entre lágrimas—no puedo creer que después de lo que hemos pasado por la falta confianza de mi hacia ti ahora seas tú el que no quieras creer en mi.
Le agarra la mano con ternura, quiere hacerle sentir su amor. Eugenio no le dice nada. Se lanza encima de él. Caen sobre la arena. Eugenio es muy brusco pero Jesús le deja hacer. Eugenio se apodera del cuerpo de Jesús. Le baja la ropa lo suficiente para poder penetrarlo. Lo posee en una mezcla de amor y odio, de rencor y pasión. Jesús goza sintiendo el cuerpo de su amado dentro de él. Eugenio está descargando su rabia en él pero Jesús confía que después todo se haya arreglado. Aunque esta reconciliación no es tan romántica como la anterior Jesús da por hecho que todo está bien entre ellos. Eugenio se muestra violento pero Jesús se deja hacer todo lo que quiere Eugenio como muestra de amor. Luego, una vez satisfechas sus más bajas pasiones, Eugenio se levanta en silencio. Se abrocha los pantalones. Jesús está tumbado en la arena. Lo mira enamorado pero a la vez aturdido por sus prisas y su brusquedad. Espera que ahora le diga algo, que puedan hablar tranquilos. Espera escuchar palabras de amor. Eugenio se da la vuelta y se va sin decir nada. Jesús no se espera esa reacción. Se levanta con los pantalones y los calzoncillos en las rodillas. Se los sube corriendo y va tras él.
--oye se puede saber qué te pasa ¿cómo te vas a ir así?




Eugenio mira a Jesús frío:
--¿Qué pasa es que a mí me vas a cobrar?
Eugenio es muy hiriente. Jesús lo mira perplejo.
--pero ¿qué dices? ¿porqué me tratas así?
--Eres una máquina de coger y cómo eso te trato ¿es que me vas a cobrar a mí cuando a todos te les regalas? Eres una putita tragona. Nada más. No hay sentimientos en ti que no sea la adicción que tienes a la verga, a cualquier verga --dice Eugenio con desprecio.
--Eso no es justo… yo –balbucea entre lágrimas.
Eugenio se aprovecha que el dolor hace que le cueste hablar y lo interrumpe. Le habla con mucho rencor:
--pero sí es verdad. Lo que no es justo que yo te amo y tú pises mis sentimientos.
Jesús está desesperado.
--¡yo te amo… no pasó nada con Carlos¡
Eugenio mira a Jesús con desprecio y le dice.
--estas demasiado usado para que te crea. A mí ya no me interesa divertirme más contigo. Si necesitas a tu amante número 100000 pues mi amigo Moha te irá bien, le encantan los negrazos tragones como tú.
Las palabras llenas de odio y de rencor de Eugenia a Jesús lo matan. Se queda paralizado desangrándose del dolor. No es capaz de decir nada. Cae en la arena, el mundo se ha roto y se ha caído sobre él. Eugenio se aleja. No quiere llorar, no quiere sufrir.
--¡se lo merece, se lo merece¡ --va diciéndose para sí mientras sus lágrimas deslizan por sus mejillas. 
Jesús se alza como un cadáver que sale de la sepultura. A penas se tiende en pie. Se siente sucio y se mete en el agua vestido y todo. Siente que así se purifica. Sale del agua más tranquilo. Eugenio es el hombre que más lo ha amado y que más ha amado pero también quien más lo ha herido. No esperaba un comportamiento tan bajo por parte de Eugenio, que lo humillara de esa manera.
--pero la culpa es mía por enamorarme tan bajo y miserable.
Pero ahora sí todo ha acabado. Jesús esa noche decide que no volverá a luchar por Eugenio. Se siente herido de muerte y el amor queda sepultado para siempre. Almenos así lo siente en esos momentos. 
--¡esta es la última, lo borraré para siempre de mi vida¡¡

Eugenio llega a su casa muy herido y alterado. Entra en la cocina y bebe algunas cervezas. Entra en la habitación donde duerme Mohamed totalmente desnudo. Enciende la luz y se tira encima de él. Mohamed conoce esa mirada.
--siempre acudes a mí cuando tu negro te ha herido.
Eugenio se queda tumbado de espaldas. Pasivo. Necesita que el sexo alivie su dolor. A Mohamed le gusta mucho Eugenio todo y que no busca una relación seria con él. Le duele que últimamente lo busque sólo cuando se siente mal pero no le da lo que buscas. Eugenio no mueve ni un solo músculo mientras Mohamed lo desnuda y se acopla encima de él. Eugenio está muy atormentado. No deja de pensar en Jesús pero Mohamed se clava en él aliviando su dolor. Distrayendo su pena.

Jesús llega a su casa abatido. Siente que se ha desangrado de tanto llorar pero ya no quiere más.
--¡se acabó  ese desgraciado me ha hecho demasiado daño  ¡¡no volveré a pensar en él¡ --se dice con amargura.