martes, 4 de agosto de 2020

Capítulo 18



Jesús trata de sobrevivir. Eugenio ha sido su peor pesadilla. Estar con Carlos aligera su dolor. Distrae su pena. Es muy dulce con Jesús, lo trata bien. A Jesús le gusta estar con Carlos. Se siente amado. Además sabe que Carlos siempre lo ha querido mucho y ya que su intento de relación con Eugenio ha fallado pues no tiene sentido estar alejado de Carlos. Eso sí no lo acepta del todo. Carlos le muestra la alianza. Le pide que se ponga el anillo. Quiere volver a vivir en la casa con él y Benito, quiere que hagan el amor.
--acéptame de nuevo en tu vida.
Jesús necesita el apoyo de un hombre. Además que a los ojos de todos tenga pareja pues alivia un poco su ego, que parezca que Eugenio no le importaba tanto pero no tiene deseo sexual. Sería obligarse demasiado y no está seguro de poder lograrlo. Aunque odia el recuerdo de Eugenio, su piel no acepta a otro hombre.
--Estoy muy contento a tu lado pero no quiero estropear las cosas.
Aunque no lo demuestra, Carlos se siente frustrado.
--pero hemos sido pareja. Hemos vivido muchos años juntos. No tiene sentido que ahora nos comportemos como dos colegiales.
Jesús le pide tiempo y Carlos se muestra comprensivo.
--haremos las cosas como quieres.
Jesús lo acaricia con dulzura.
--Eres tan bueno. No sé cómo no te has cansado de mí. Tengo suerte de tenerte.
Carlos lo abraza.
--sabes que sin ti me muero.
Carlos se ve tan enamorado que Jesús siente culpa por sentir sólo afecto con él. Cuando lo mira a los ojos, Carlos es todo amor pero cuando no..Tiene una mirada de rencor, odio y desquicio. 

Esa misma noche, Carlos y Jesús salen a cenar. Justo en la puerta, está Eugenio con Mohamed. Jesús siente celos al ver a Eugenio con otro hombre. Está seguro que es su amante y le duele que él esté haciendo su vida tan feliz. Eugenio está entrando y Jesús saliendo. Eugenio quiere hacer como si no conociera a Jesús pero de hecho no puede pasar si Jesús y Carlos no se apartan. Carlos quiere provocar los celos de la ex pareja. Abraza con fuerza a Jesús y le dice a Eugenio con ironía:
--¿no nos presentas a tu novio? 
Jesús y Eugenio se miran con mucho dolor. Mohamed va a extender su mano pero ni Eugenio ni Jesús hacen quieren alargar lo que para ellos es una tortura. 
--venga… vamos… --le pide Jesús a Carlos.
--si, mi amor --le dice Carlos.
Eugenio siente una gran herida dentro de él. Le duele ver que aparentemente Jesús lo ha olvidado fácilmente en brazos de Carlos.
--os deseo toda la felicidad que os merecéis –dice Eugenio con sarcasmo.
Carlos se engancha mucho a Jesús:
--gracias, eres muy lindo.
Jesús estira del brazo a Carlos para salir del local. Antes Jesús y Eugenio se fulminan con la mirada. Los dos atormentados por los celos. El corazón de Jesús parece una olla hirviendo. Tiembla de odio y de amor. No sabe si desea escupirle en la cara, besarle o las dos cosas. Lo ama y lo odia con la misma intensidad. 
--No, no puedo amarlo, sólo debo odiarlo--va pensando.
Ese encuentro lo ha agitado mucho. Le hace sentir culpable descubrir que lo sigue amando y no quiere. 
--¡no, lo requeteodio¡ ¡¡lo habría matado¡ --dice para sí.
No entiende como ha podido ser tan importante un hombre como Eugenio en su vida.
--¡¡si es lo peor¡ --sigue diciendo para sí.
Eugenio ha herido a Jesús. Jesús se siente maldito y piensa que por eso no podrá ser feliz con Carlos. Éste trata de aprovecharse del dolor de Jesús.
Lo amas a él ¿no? Amas al violador de tu sobrino por eso no puedes estar conmigo.
--¡eso no lo digas ni en broma¡
Jesús habla alterado. Carlos se hace el mártir para que por pena y rabia, Jesús caiga en sus brazos una vez más:
--¿Y entonces porque con el violador de tu sobrino si te has acostado y conmigo no?
Carlos es lo que quería Jesús se deja llevar por el odio.
--¡vamos, vamos a tu hotel¡
Jesús sangra por la herida pero Carlos sabe que de otra manera no podría dominarlo. Por su lado, Eugenio está muy triste. Mohamed le agarra de la mano.
--¿quieres que lo dejemos?
--¡no claro que no¡
No quiere que haber visto a Jesús le estropee la noche pero así ha sido. Lo único que aliviaría su dolor es el sexo así que opta por irse.
--¿en serio no te sabe mal?
Mohamed lo mira con cara de depravado:
--te pienso cobrar por esto.
Eugenio no muestra ternura, alegría. Es simplemente su cuerpo que necesita y desea descargar su rabia.

Jesús ha decidido entregarse a Carlos para borrar de su cuerpo a Eugenio pero el sufrimiento es mayor de lo que pensó. Desnudo en la cama, bocabajo. Muerde la almohada para controlar el dolor. Su cuerpo está cerrado y Carlos tiene que ser bruto para abrirse paso a la fuerza. No le importa saber que Jesús no goza. Le basta con tenerlo dominado. Jesús se retuerce de dolor, de angustia. Muerde la almohada y agarra con fuerza a los barrotes. Se obliga a soportar lo que es su peor tortura. No siente placer, llora por dentro, se siente mal. Se siente violado por Carlos pero no quiere que éste lo note. Carlos cae a su lado retorciéndose de placer. Se hace el enamorado, el que no se da cuenta de nada.
--¡estoy tan feliz… esta reconciliación ha sido maravillosa¡
Jesús se arrepiente de haberse dejado llevar por el odio. Se viste con pena. Carlos se fuma su cigarro.
--¿qué te pasa?¿es que no eres feliz? Quédate a pasar la noche conmigo y mañana volvemos juntos a casa ¡todo será como antes¡
Jesús se abrocha los pantalones. Se sube la cremallera.
--No, esto no cambia nada…
Carlos se levanta desnudo. Se hace el que no entiende. El dolido.
--¡hemos hecho el amor y ha sido maravilloso¡
Jesús no quiere herirle y no le dice la verdad.
--pero es que yo quería ir despacio.
--bueno no nos hemos podido resistir, es que nos amamos tanto –dice Carlos como si no se enterara de nada.
--Deja las cosas así, somos amigos tengamos sexo o no.
Jesús se muestra serio pero Carlos se hace el comprensivo. Está seguro que logrará tener a Jesús atado a su vida. Jesús siente que se ahoga. No soporta más estar en esa habitación. Ver a Carlos desnudo.
--me visto y te acompaño.
Pero Jesús desea alejarse de lo que le ha lastimado. No quiere estar con Carlos una vez más.
--No, no hace falta. Estás cansado.
--si me has dejado roto, es que eres una bestia cogiendo –dice Carlos como si Jesús hubiera hecho algo.
Jesús se siente mal, se siente sucio. Cuando sale de la habitación llora deshecho.




Por otro lado, Eugenio y Mohamed han fornicado como bestias. Los dos han gozado pero luego Eugenio se entristece. Mohamed lo mira cariñoso. Está cansado del placer y apenas tiene fuerza para decir nada.
--¿Porqué tan triste cuando lo hacemos?
--No me hagas caso.
--¿Estás seguro que quieres que sigamos?
Mohamed se siente a gusto al lado de Eugenio. No quiere una relación seria pero le gusta joder con él. Siempre está dispuesto.
--sí, no tiene caso que los dos paguemos un alquiler. Yo no quiero estar solo. Tener un amigo como tú cerca siempre va bien.
Mohamed lo mira con cara de pervertido:
--pues mañana mismo traigo mis cosas.
Eugenio se levanta desnudo de la cama. Quiere a Mohamed cerca para cuando necesita descargar pero no para compartir su vida con él. A solas en otra habitación llora por Jesús. Llora cuando quiere olvidar. Le atormenta pensar que está feliz con Carlos, que no lo quiso tanto como desea. Mientras, a solas en su cuarto, Jesús llora abrazado a su almohada. No hace más que pensar en Eugenio y duele. Ese amor que está dentro de él y que no se acaba nunca duele mucho.

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