Jesús no puede creer lo que está pasando… tantos años deseando los labios de Eugenio y se le están ofreciendo sin reservas. Eugenio se muestra muy cariñoso. Sus manos en las mejillas, sujetando la cabeza del otro y empujándola hacía él. La respiración del uno está embriagando al otro. Se pueden escuchar los latidos de su corazón. Ambos están muy excitados. En el momento que casi sus labios se rozan y ambos sonríen de felicidad se escucha la voz de Raquel que está llegando. En ese momento Jesús vuelve a la realidad. Su pareja está durmiendo en esa misma casa y está entrando la mujer que abortó un hijo de Eugenio. Raquel jamás hubiera apostado por la homosexualidad de Eugenio y Jesús no sabe cómo se lo podría tomar su amiga. No tiene tiempo de pensar, sale corriendo sin decir nada.
--¡¡no, no te vayas¡ --le suplica Eugenio.
Jesús se encierra en su habitación muy alterado. Eugenio se queda frustrado pero sonriendo.
--me quiere, me quiere… --murmura contento.
Raquel entra molesta:
--¡que asco de disco¡
Seguida de Nicolás. Los amigos se saludan. Eugenio no tarda en quedarse solo. Siente que el corazón se le va a salir de la garganta.
--No me odia, no me odia.
Eugenio está muy contento. Ahora que sabe que Jesús sigue sintiendo cosas por él no tiene prisa:
--Esperaré, haremos las cosas a su ritmo.
Va subiendo las escaleras sin dejar de sonreír ni de reír. Es un hombre feliz.
--¡ahora sí, ahora sí¡
En esta ocasión Eugenio no tiene dudas de lo que quiere, no tiene compromisos con nadie:
--Va a ser como debió ser antes. Ahora sí no me quedo con la duda de saber si podríamos funcionar o no.
Eugenio entra en su habitación. No tiene nada de sueño pero se empieza a desnudar. Se coloca sobre la cama en calzoncillos, son tipo slips. No se cubre con la sábana. Los brazos bajo la cabeza haciendo de almohada. Una sonrisa dibujada en su rostro. Por su lado, Jesús se mete en la cama de Carlos. Trata de dormir al lado de un hombre cuando su mente y su corazón están con otro hombre, un hombre que se encuentra en la habitación de al lado. Le cuesta mucho dormir. Está agitadísimo. Justo en el momento que recién acaba de cerrar los ojos lo despierta Carlos:
--cariño, venga… dormilón.
Jesús no tiene ganas de levantarse.
--que es temprano –se queja.
Carlos arranca las sábanas del cuerpo de su chico:
--¡¡ni que hubiéramos estado toda la noche de fiesta. Venga que es la hora de la comida, ya se están levantando todos¡
Carlos abre la puerta para que Jesús se espabile. Eugenio estaba saliendo en ese momento de la habitación.
--buenos días –dice Eugenio a Jesús con una harmoniosa voz.
Jesús salta de la cama.
--¡buenos días¡
Eugenio le guiña el ojo disimuladamente.
--os espero abajo.
Jesús está muy excitado. No puede creer que Eugenio sea gay y que la noche antes estuvieron apunto de besarse. No sabe cómo enfrentar la situación con Carlos y Raquel al lado así que tiene que esperar la oportunidad para poder volver a estar a solas con él. Jesús se viste de prisa en presencia de Carlos.
--bueno, tampoco hace falta que corras la maratón.
Jesús baja y Carlos detrás de él. No deja de abrazarlo incluso llega a besarlo. A Jesús le sabe mal ser besado delante de Eugenio pero tampoco se atreve a enfrentarse a Carlos. No tiene claro aún las intenciones de Eugenio para con él. Lo que sí tiene claro es que tiene un compromiso con Carlos. La alianza que lleva en el dedo se lo recuerda constantemente. Eugenio le lanza una triste mirada.
A media tarde todo el grupo sale a dar una vuelta. Nicolás les va dando explicaciones de lo que van viendo que tampoco es mucho. Eugenio está al lado de Nicolás. Le duele ver a Jesús con Carlos así que prefiere no mirarlo. Jesús está viendo una de las partes más bellas de Eugenio y eso lo pone muy cachondo. Acaban en un bar tomando algo. A Jesús le entra pis y va al baño. Carlos lo acompaña.
--¡ya no podía más¡
Están los dos juntos en el urinario. En ese momento llega Eugenio. Jesús lo mira tenso. Carlos lo saluda con tranquilidad. Eugenio se coloca al lado de Jesús.
--¿qué tal?¿cómo va todo?
Jesús se sofoca al verlo con su rabo entre las manos. No puede evitar que sus ojos se vayan hacia esa parte que conoce aunque nunca ha saboreado y no por falta de ganas.
--¿será gay en serio?¿se la habrán mamado?¿a cuántos se la habrá mamado él? –piensa excitado.
Eugenio le guiña el ojo sonriendo contento al ver el interés de Jesús hacia su parte más íntima. Jesús mira hacia el otro lado sofocado. No quiere que Carlos se dé cuenta que se la está mirando a otro. Carlos es el primero en salir, va a lavarse las manos. A Jesús le calienta bastante ver como Eugenio se la sacude y se la guarda. Se abrocha la cremallera ya en mitad del lavabo. Es algo que a Jesús le pone muy cachondo. Eugenio lo mira de una manera intensa. Está esperando el momento que estén a solas para hablar. Jesús lo sabe y lo desea pero no. Ese no es el momento, se va nervioso tras Carlos. El grupo ya ha tomado una mesa y se van sentando. Carlos abraza muy cariñoso a Jesús:
--no me haces caso.
Jesús fuerza una sonrisa y es que no le gusta nada que Eugenio los vea juntos. Carlos está contento y tiene ganas de besar a su chico constantemente. Jesús siempre lo va esquivando.
--No me gustan estás demostraciones en público –le susurra.
--¿desde cuando? –Carlos sorprendido.
En alguna ocasión, a “traición”, logra besarlo. A Jesús le duele ver la cara de pena de Eugenio que no puede evitar que los celos lo consuman. Sabe que Jesús siente cosas por él pero no sabe hasta que punto. No tiene claro cual de los dos es más importante para Jesús si él o Carlos o eso es algo que lo angustia mucho.
Al cabo de un rato dejan el bar. Van a los coches para continuar la visita en el pueblo de al lado donde hay un parador muy bueno. Eugenio y Jesús van en autos diferentes. Se miran mientras cada uno entra en el respectivo auto. Sus miradas se encuentran justo antes de arrancar. Hay tristeza en los ojos de ambos. Les duele no estar juntos. Carlos y Jesús están juntos y solos. Carlos es el que maneja. En los momentos que paran aprovecha para besar con pasión a Jesús que protesta y lo rechaza.
--¿porqué estás tan distante conmigo?
--son cosas tuyas.
Carlos mira a Jesús con cara de depravado y dice:
--Hoy es sábado, hoy es nuestro día.
Jesús hace que no con la cabeza.
--¡¡si ya lo hicimos ayer¡
Carlos le pone la mano en el muslo, está muy encendido:
--está noche no te perdono la vida, te vas a enterar de quien es tu macho…
Carlos está muy cachondo y Jesús prefiere no pensar. Es un mal trago para él pero tiene que pasar por él porque no desea que Carlos sospeche nada.
A solas en su dormitorio, Carlos se desnuda en cuestión y se lanza contra Jesús. A éste no le apetece nada tener sexo con él cuando ya lo ha hecho el día anterior y menos con Eugenio al lado pero Carlos se muestra pesado. No acepta un no por respuesta.
A solas en su dormitorio, Carlos se desnuda en cuestión y se lanza contra Jesús. A éste no le apetece nada tener sexo con él cuando ya lo ha hecho el día anterior y menos con Eugenio al lado pero Carlos se muestra pesado. No acepta un no por respuesta.
--si quieres lo hago yo todo pero es que me debes una indemnización porqué me has tenido muy descuidado durante todo el día –dice pícaro.
No dice que no pero en realidad tampoco dice que sí. Se deja hacer inmóvil como una roca. Carlos lo besa, lo chupa excitado, lo magrea por todos los rincones de su cuerpo y Jesús como una estatua. Escucha la voz de Eugenio que habla con sus amigos en la habitación y sólo tiene en mente lo que debe estar pensando Eugenio al escuchar los jadeos de Carlos. Jesús no cierra los ojos, quiere tener claro a quien tiene encima para no gozar. Sólo goza cuando se imagina que hace el amor con Eugenio. En esta ocasión no quiere que salga ni un solo gemido de su garganta que pueda escuchar Eugenio. Ya hay bastantes con los de Carlos. Una vez satisfecho Carlos, para Jesús ha sido toda una tortura, Carlos reposa sonriendo y feliz. Jesús se siente frustrado y amargado. Carlos se va fumando un cigarro.
--¿no te ha gustado? Has estado muy callado…
--claro que sí, mucho –dice sin ganas—pero es que he preferido reprimirme porque de la misma manera que nosotros los escuchábamos a ellos ellos nos escuchan a nosotros y me daba cosa.
Justo se acaba el cigarro, Jesús se pone el boxers y sale de la habitación. Se muere de la vergüenza al encontrarse a Eugenio delante de la puerta mirándolo molesto.
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